La francesa Gisèle Pelicot, de 72 años, se presentó ante los 51 hombres acusados de haberla agredido sexualmente durante casi una década, un abuso orquestado por su exmarido, Dominique. Durante su declaración final en el llamado "juicio de la cobardía", Pelicot expuso la devastación que estas agresiones dejaron en su vida y cuestionó la falta de humanidad de sus agresores.
"La cicatriz no se cerrará nunca"
Con firmeza, la adulta mayor enfrentó a los acusados señalándolos directamente. “Siento rabia hacia estos hombres porque en ningún momento pararon, en ningún momento denunciaron. Vinieron a satisfacer sus pulsiones sexuales. Podían parar en todo momento y ni uno solo denunció. Eso llama la atención”, declaró.
La víctima calcula que fue agredida sexualmente en al menos 200 ocasiones durante los años en que Dominique, su entonces esposo, la drogaba y ofrecía a otros hombres. “He perdido diez años de mi vida que nunca recuperaré”, lamentó.
Desde el inicio del proceso judicial, la septuagenaria optó por renunciar a que el juicio se realizara a puerta cerrada, ya que "la vergüenza debe cambiar de bando". Además, expresó su esperanza de que este caso contribuya a que "la sociedad machista abra los ojos y cambie su mirada sobre la violación".
Por su parte, el exmarido de la agraviada admitió ante el tribunal haber drogado a Gisèle con el propósito de "someterla" a estos actos, aunque aseguró que no pretendía "hacerla sufrir".
El juicio entra en su etapa decisiva, con los alegatos de los abogados de la acusación particular ya en marcha. Se espera que la próxima semana la Fiscalía anuncie las penas solicitadas para los acusados, antes de que los defensores presenten sus argumentos finales.