En medio de los arenales de Manchay es posible encontrar a muchos jóvenes quienes pese a sus bajos recursos, tienen mucho optimismo y empuje para luchar por sus sueños. Pero ellos no están solos, gracias al apoyo de la Marina de Guerra del Perú, a través del Premio "Somos Grau, seámoslo siempre", y la fundación Telefónica, el Instituto Juan Pablo II va mejorando y obtiene más recursos para brindarle la oportunidad a éstos jóvenes de superarse y alcanzar sus metas. Su artífice, el padre Chuquillanqui y el Cardenal Juan Luis Cipriani aseguran que la fe es el principal motor de este centro.