Si hay algo que a los seres humanos nos gusta hacer es imaginar cómo viviremos en el futuro. Es profesión tiene un nombre y se llama futurología. Y en el campo de tomar las evidencias del mundo de hoy para adelantar lo que veremos en el mañana hay un gurú consagrado: Ian Pearson.
El experto físico y matemático, habitual en conferencias internacionales (en donde hace gala de provocadoras predicciones), esta vez ha sugerido en una entrada de su blog que para el 2050 podríamos ser testigos de nuestros propios funerales ¿Cómo? Pues a través de robots.
Y es que Pearson sostiene que para el año en mención, el 99% de la información de nuestro cerebro se podrá conservar en un equipo electrónico. También podremos ‘subir’ una copia de nuestro cerebro a un almacenamiento en la nube.
De esta manera, el 99% de nuestra mente sobrevivirá “perfectamente bien” a nuestra muerte física y podrá operar en su nueva versión electrónica. “Suponiendo que haya ahorrado lo suficiente y se haya preparado bien [para la muerte física], lo conectarán a un androide”, escribe en su artículo.
“Asiste a su funeral y luego continúa como antes, solo que con un cuerpo más joven y mejorado. Algunas personas pueden necesitar esperar hasta 2060 o más, hasta que el precio del androide baje lo suficiente como para que puedan pagarlo”, señala.
El científico pinta un escenario donde los humanos podremos cambiar de cuerpo cuando queramos, pues estos solo serán los vehículos portadores de nuestra mente, cuya copia original estará almacenada. “Su mente seguirá funcionando bien, mientras los servidores continúen guardándola”.
“No será inmortal en un sentido estricto, pero al menos no dejará de existir en el momento en que su cuerpo deje de funcionar”, añade. No obstante, señala una posible “trampa”, pues los almacenamientos para nuestros cerebros o los androides que usemos serán de propiedad privada.
Así, Google, Facebook, Apple o algún equivalente del futuro podrían obtener derechos de propiedad sobre los datos de nuestra mente. Si firmamos un documento sin prestar atención a los detalles, podríamos dejar de ser dueños de nuestra propia mente y la compañía podría replicar nuestro cerebro.
De este modo, todas las ideas que podamos generar tendrían un dueño que no seríamos nosotros ¿Te imaginas un futuro así?