Este reportaje indignante revela con crudeza dos hechos a todas luces irregulares: por un lado, cómo se arreglan las listas de aportantes de una campaña electoral y por otro, la impudicia con la que algunos congresistas de la República, pese a reiteradas denuncias, reinciden en la contratación de trabajadores fantasmas en el Parlamento.
En este caso tres trabajadores, dos de ellos contratados a pedido del despacho de la Tercera Vicepresidencia, el de la congresista Esther Capuñay, y uno por el propio congresista José Luna Gálvez.
Los mismos trabajadores que, pese a cobrar sueldos del Parlamento, en los hechos prestan servicio en la universidad de Luna Gálvez. La congresista Capuñay se comunicó en vivo vía telefónica para hacer sus descargos.