Donó un riñón a su jefa y la despidieron por faltar al trabajo tras la cirugía
Debbie Stevens fue echada del trabajo por la misma persona a quien ayudó con el órgano que salvó su vida.
Debbie Stevens fue echada del trabajo por la misma persona a quien ayudó con el órgano que salvó su vida.
El altruismo y la solidaridad son actos que nos hacen más humanos y que le dan a la vida una dosis de esperanza para hacer de este mundo un lugar mejor. Pero cuando la deslealtad nos invade solo podemos esperar cosas negativas. Fue lo que sucedió recientemente en Estados Unidos donde una mujer fue despedida de su trabajo por su jefa luego de donarle un riñón para salvarle la vida.
Así como lo lee. Debbie Stevens, una trabajadora de Long Island, supo que su jefa, Jackie Brucia, padecía una grave enfermedad que requería un trasplante de riñón. Brucia ya tenía previsto el trasplante pero su empleada igual le ofreció su ayuda en caso la necesite. Tiempo después, la jefa se quedó sin donante y tuvo que recurrir a la solidaridad de Stevens.
La empleada, sin dudarlo, acudió al hospital para ceder su órgano a su superiora, la cual ya había encontrado otro después de que Debbie done el suyo. Lo curioso fue que el órgano que esperaba Jackie Brucia no llegó nunca, al igual que el riñón de su empleada, el cual no resultó compatible. Sin embargo, quedaban claras las buenas intenciones de la trabajadora para con su jefa.
Como es lógico, la empleada requirió de algunos días de descanso para recuperarse completamente tras la delicada intervención quirúrgica a la que fue sometida, algo que su jefa no quiso entender. "¿Qué estás haciendo? ¿Por qué no estás en el trabajo? No se puede entrar y no salir cuando uno quiera. La gente va a pensar que te trato de forma especial", le explicaba Brucia.
La jefa comenzó a tener actitudes hostiles con su solidaria trabajadora y la mandó a otro concesionario a 50 kilómetros de su casa y en un barrio conflictivo. Ante tales presiones, la empleada acudió a un psicólogo, que remitió una carta a la empresa. El resultado final fue el despido de la pobre mujer.
"Decidí convertirme en un donante de riñón para mi jefa y ella se llevó mi corazón", cuenta Debbie Stevens. "Me siento muy traicionada. Esta ha sido una experiencia muy dolorosa y horrible para mí. Ella cogió mi regalo, lo puso en el suelo y lo pateó", explicó.