Hace algunas décadas, cuando aún se los denominaba manicomios, estos centros de tratamiento psiquiátrico recurrían a espeluznantes técnicas y métodos para atender a sus pacientes. En los hospitales de entonces se hacinaban a cientos de enfermos mentales sin ningún tipo de tratamiento y solo se procuraba que no molestaran demasiado, y cuando lo hacían se les calmaba con métodos brutales, desde la lobotomía o el electrochoque hasta la ducha fría, pasando por aparatos inmovilizadores más propios de una sala de torturas que de una supuesto centro sanatorio. Sin embargo, no era la única institución en ser conocida por sus inhumanos tratos. Algunos asilos y orfanatos también eran denunciados por casos de tortura.