La mañana de este miércoles una noticia detuvo las redacciones de los principales medios peruanos:el fallecimiento deJavier Pérez de Cuéllar, ilustre diplomático y político peruano, además de exsecretario general de las Naciones Unidas. Algunos canales de televisión dieron el último minuto.
Momentos después, la noticia tuvo que ser desmentida por el propio hijo de Pérez de Cuéllar, Francisco: “Me han llamado varias personas y esto no tiene nada de cierto, mi papá goza de buena salud, cumplirá 99 años en enero y hoy por hoy está perfectamente saludable”.
¿Quién estuvo detrás de esta información falsa? La cuenta de Twitter en cual se habían basado los medios para publicar la información, supuestamente perteneciente al ministro del Interior, Carlos Morán, apuntó a quien sería el autor.
“This account is hoax created by italian journalist Tommasso Debenedetti (Esta es una cuenta falsa creada por el periodista italiano Tommasso Debenedetti)”, es el escueto mensaje en inglés con que se revelaba el fraude. Uno que, por sus características, en efecto habría sido hecho por él.
Sin embargo, no hay elementos que nos permitan confirmar o descartar, hasta el momento, que se trate de Debenedetti. Y es que detrás de su nombre se encierra una historia, por decirlo menos, fascinante.
Probablemente el nombre suene desconocido, aun para varios periodistas, pero quedará marcado en las memorias de quienes gracias a este italiano han cometido monumentales metidas de pata en los medios de comunicación, amén de quienes las han presenciado.
Tommasso Debenedetti tiene el cuestionable honor de haber ‘matado’ mediáticamente a figuras de la talla de J.K. Rowling, Fidel Castro, el Papa, Isabel Allende o Mario Vargas Llosa, además de suplantar a varias de ellas. ‘Asesinando’ a Bashar al Assad incluso disparó el precio del petróleo.
Pero su obra maestra, por la cual se ha autoproclamado “campeón de la mentira”, sería la noticia mundial y uno de los mayores errores cometidos en la historia del diario El País de España, que en enero de 2013 publicó la hoy célebre foto de Hugo Chávez intubado en un hospital.
Tras la ‘primicia’ del entonces presidente venezolano vino el desastre: el citado medio no solo vio por el piso décadas de credibilidad al tener que disculparse y rectificar. Debió además frenar la distribución de sus ejemplares impresos en Europa y América, retirarlos y reimprimirlos.
Se dice que Debenedetti inició su dudosa carrera en 2006 inventando entrevistas a un sinfín de personalidades que pasan a engrosar su lista de víctimas. Vargas Llosa (una recurrente), contó hasta 79 y le dedicó el artículo ‘La identidad perdida’, donde acusaba su impunidad para actuar.
¿Pero quién es y qué busca?
Para quien se arriesgue a creerle, se ha animado a dar algunas entrevistas donde narra que trabajó como colaborador independiente en periódicos italianos, aunque no es periodista (estudió literatura e historia italiana) y ejerce la docencia.
Afirma que quiso ser redactor cultural, pero no halló oportunidades ni espacio en los medios, así que decidió empezar a inventar y vender sus historias a diarios pequeños en las provincias de Italia, una jugada que no solo le permitió hacerse un lugar, sino aprender algo.
“La información en este país está basada en la falsificación. Todo cuela mientras sea favorable a la línea editorial, mientras el que habla sea uno de los nuestros. Yo, simplemente, me presté a ese juego para poder publicar y lo jugué hasta el final para denunciar ese estado de cosas”.
Según apuntan, desde el 2011 trasladó sus mentiras de las letras impresas a las redes sociales, más concretamente Twitter, que se ha convertido en un espacio de trabajo a su medida, donde su modus operandi ya está más o menos identificado.
Debenedetti asegura que busca “demostrar la fragilidad de los medios sociales, en donde cualquiera puede ser cualquiera” y denunciar ese anhelo de inmediatez que cunde hoy día en el mundo de la información y que impide hacer una pausa para contrastar y confirmar antes de publicar.
¿Mentiroso con talento, un genio revolucionario o alguien con el ego fuera de borda en busca de atención? Viniendo de quien viene, probablemente nunca sabremos la respuesta, pero algo es cierto: hasta ahora nadie ha podido detenerlo. Y mientras siga así, más vale tomar nota de su nombre.