El destacado promotor turístico Jorge Flores Aráoz, encontró que La Huaca Colorada, una de las más importantes edificaciones arqueológicas ubicadas en el valle de Chicama, había sido convertida en una cancha de fulbito.
Personas inescrupulosas pusieron arcos a un costado de la huaca, en una zona de superficie firme y cerrada por murallas, para no levantar el polvo y para evitar que la pelota se vaya lejos.
Pero este no es el único daño perpetrado a la Huaca Colorada, ubicada en la comunidad de Chiquitoy, distrito de Santiago de Cao, en la provincia de Ascope. A los enormes huecos que se divisan en la estructura producto de los huaqueros. A todo esto, también se suma la colocación de un cerco metálico que separa la huaca de una avícola, y que en forma descarada coloca, en un terreno privado, un tramo de un Camino Inca que pasa a un costado de la construcción arqueológica.
Si bien esta avícola funciona en la zona hace más de veinte años, es ilegal el aumento de galpones y, por consiguiente, hacer el trazo de una demarcación afectando el patrimonio cultural de la región. Así lo indicaron los arqueólogos de la Dirección Regional de Cultura que inspeccionaron el lugar.