Magaly Medina y Gisela Valcárcel, dos de los personajes más polémicos de la televisión peruana, han acaparado el interés del público tras un enfrentamiento que iniciaron esta semana a través de sus respectivos programas.
Tras ello, una ola de memes y grupos partidarios de una y otra se han enfrascado en una larga discusión en redes sociales que, más allá de lo anecdótico, evidencia ciertas características propias de nuestra sociedad actual.
Derrota o ridiculización
La Dra. Sandra Chafloque Chávez, docente de la Escuela de Psicología de la Universidad César Vallejo (UCV), considera que este tipo de contenido suele atraer a tantos espectadores por el morbo que genera ver la derrota o ridiculización de otra persona.
“Los peruanos tenemos costumbres que se han reforzado a lo largo del tiempo, como estar pendientes de la vida del otro. Esto, psicológicamente, viene de un perfil de escaso contenido de educación en la materia de lo prudente. Si bien es cierto, la curiosidad está adherida al ser humano desde pequeño, vivimos en una sociedad donde el morbo es lo que sostiene las relaciones, y el contenido visual es una condición a la que últimamente estamos poniendo atención la gran mayoría de seres humanos”, señaló la especialista.
Manipulan la psicología
Por otro lado, la Dra. Chafloque indicó que ambos programas manipulan la psicología de una población que, en su gran mayoría, no tiene interés por un contenido más informativo o educativo que genere mejores condiciones de vida y bienestar.
“Se trata de dos personajes estratégicamentemediáticos que viven del escándalo. De eso se sostienen sus empresas. Además, son hábiles para aprovecharse, muchas veces, de la ignorancia o escasez cultural de la población”, agregó.
Entrometerse en la vida ajena
Muchos consideran que el entrometerse en la vida ajena solo afecta a uno de los involucrados (generalmente quien ha visto vulnerada su privacidad). Sin embargo, la especialista de la Escuela de Psicología de la UCV señala que los daños también se evidencian en quien se mete en la vida de terceros.
“Definitivamente, hace daño al propio bienestar psicológico. Estar en un mundo paralelo, donde los recuerdos son ajenos y no hay vida propia, podría considerarse una enfermedad. En muchas ocasiones esto ocurre por tener la autoestima deteriorada y estar en un mundo totalmente distraído de lo que verdaderamente importa”, aseveró la Dra. Chafloque.
Cultura del conflicto
Finalmente, la catedrática consideró que se puede decir que el peruano promedio es “chismoso” y que ello viene de una influencia transgeneracional: costumbres arraigadas que se crean desde el automatismo y que luego se convierten en un estilo de vida.
“Vivimos atrapados en un sistema en donde, para estar presentes, necesitamos estar pendientes de lo que hacen los demás. Esto, con la escasa preparación para el crecimiento personal, se seguirá heredando de generación en generación reafirmando la cultura del conflicto, que es el objetivo de los grandes empresarios que lucran con la ignorancia de un pueblo”, concluyó la docente de la UCV.