Dos días antes de la sangrienta batalla, el sargento mayor de ChileJuan de la Cruz Salvo se dirigió a una modesta casa situada en las faldas del cerro de Arica, para exigir la rendición peruana. En la morada, estaba el aguerrido anciano de bigotes canos y rostro firme, el coronel Francisco Bolognesi, sentado en el menos estropeado de los sillones, tal como lo describiría don Ricardo Palma.
–Mis respetos, señor coronel –dijo el capitán chileno vestido de artillero, inclinándose cortésmente. – Gracias, señor mayor. Dígnese usted a tomar asiento, respondió con parsimonia el anciano héroe.
–Señor coronel, una división de seis mil hombres se encuentran casi a tiro de cañón de la plaza. Permita usted, que le observe que el honor militar no impone sacrificio sin fruto; que la superioridad numérica de los nuestros es como de cuatro contra uno, que las mismas ordenanzas militares justifican en su caso una capitulación, y que estoy autorizado para decirlo, en nombre del general en jefe del ejército de Chile, que esa capitulación se hará en condiciones que tanto honren al vencido como al vencedor.
Sin alterar la impasibilidad de su acento, repuso Bolognesi: “– Está bien, señor mayor, pero estoy resuelto a quemar el último cartucho. –“Todavía hay tiempo para evitar una carnicería, medítelo usted, coronel”, insistió por última vez el comisionado chileno antes de que un relámpago de cólera pasara por el espíritu del gobernador de la plaza, y con la nerviosa inflexión de voz del hombre que se cree ofendido, contestara: – Repita usted a su general que quemaré hasta el último cartucho.
FRASE EN TELA DE JUICIO
Este desmenuzado relato fue contado por nuestro historiador Ricardo Palma, cuyo texto fue publicado en el diario El Comercio y reproducido en varios diarios de Sudamérica, entre ellos El Mercurio de Valparaíso, lo que originó que el Coronel Salvo escribiera un artículo rectificatorio cinco años más tarde, negando que el coronel Francisco Bolognesi haya pronunciado la histórica frase "Quemaré hasta el último cartucho".
La respuesta no quedó ahí, sino que el exmilitar chileno dijo que dicha frase había sido producto de la imaginación del tradicionalista "Bibliotecario mendigo".
"El señor Palma verá que el distinguido y valeroso defensor de Arica, Bolognesi, no empleó al menos en mi presencia la frase retumbante y vulgar "quemaré el último cartucho", ni menos cometió la descortesía de volverme la espalda con brusquedad. Si el escritor limeño al dar un tinte espartano a la conducta de Bolognesi(...), lo hubiese hecho en los límites exactos de lo sucedido, nada habría tenido que observar; pero tal como se presenta en el artículo a qué me refiero se confunde un poco la realidad con la fantasía", escribió Salvo.
RESPUESTA A UNA RECITIFICACIÓN
La respuesta de Ricardo Palma no se hizo esperar y publicó un artículo llamado 'Respuesta a una rectificación'.
“El señor coronel del ejército chileno, don J. de la Cruz Salvo, ha tenido a bien publicar en el Mercurio, de Valparaíso, un artículo rectificatorio del que escribí en el folleto que el 28 de julio dio a luz la Sociedad Administradora de la Exposición.
Estimando los corteses elogios con que me favorece el señor Salvo, paso a contestarle, sin propósito, se entiende, de sostener polémica, que para ella ni las múltiples atenciones que el servicio de la Biblioteca Nacional me impone ni lo decaído de mi salud me dejan campo.
Entre la narración que hace el señor Salvo de la conferencia de Arica y la que yo hice, no hay otra diferencia sino la que aquella es larga y minuciosa y la mía lacónica o sintética, como cuadraba a la índole literaria de mi trabajo. No veo, pues, el objeto de la rectificación en esa parte. Con distintas palabras, en el fondo, el señor Salvo y yo hemos escrito lo mismo. Pasemos al único punto serio.
Niega el señor Salvo que en la respuesta dada por el coronel Bolognesi al jefe parlamentario hubiera habido la frase quemaré hasta el último cartucho. Muertos en el combate casi todos los jefes peruanos que asistieron a la junta de guerra, con excepción de los comandantes Roque Sáenz Peña, Marcelino Varela y Manuel C. de la Torre, apelo al testimonio de estos. El comandante Roque Sáenz Peña la ha consignado en el brillante artículo que hace poco publicó en Buenos Aires.
Por el mes de junio de 1880, toda la prensa del Perú y de Chile se ocupó de la histórica frase. Recientes estaban los hechos, y aquella era la oportunidad en que el señor Salvo, tan celoso hoy, a los cinco años de la conferencia, por salvar la verdad histórica, debió haber escrito la rectificación que mi pobre artículo le ha inspirado.
En cuanto al calificativo de vulgares, que el señor coronel Salvo da a las palabras del inmortal batallador del Morro de Arica, permítame que le niegue competencia para tan decisivo fallo. Así como las obras del espíritu se juzgan sólo con el espíritu, así los arranques del patriotismo se aprecian con el corazón y no con la cabeza, se sienten y no se discuten.
En la proclama de Nelson en Trafalgar, “la Inglaterra espera que todo buen inglés cumplirá con su deber”, no puede caber más llaneza. El famoso Ou ´il mourütil, de Corneille en los Horacios, es una exclamación de encantadora sencillez. En un soldado de la educación de Bolognesi nada más natural y espontaneo que su respuesta; Quemaré hasta el último cartucho.
"BELLÍSIMA Y ÉPICA VULGARIDAD"
"Y a propósito, y por vía de ampliación, quiero terminar refrescando la memoria del señor coronel Salvo con la copia de unas pocas líneas de la página 1125, tomo III, de la Historia de la Guerra del Pacifico, por Benjamín Vicuña Mackenna, volumen impreso en Chile a fines de 1881.
Dice el historiador chileno: “Llegado el parlamentario a la presencia del jefe de la plaza, la conferencia fue breve, digna y casi solemne de una y otra parte. Entablase el siguiente dialogo, que conservamos en el papel desde una época muy inmediata a su verificación, y que, por esto mismo, fielmente copiamos:
-"Lo oigo a usted, señor – dijo Bolognesi con voz completamente tranquila.
Señor – contestó Salvo -, el general en jefe del ejército de Chile, deseando de evitar derramamiento inútil de sangre, después de vencido en Tacna el grueso del ejercito aliado, me envía a pedir la rendición de esta plaza, cuyos recursos en hombres, víveres y municiones conoce.
Tengo deberes sagrados y los cumpliré quemando el último cartucho. – Entonces está cumplida mi misión – dijo el parlamentario levantándose"
En la página 1127 pone el señor Vicuña Mackenna una nota que a la letra dice;
“La intimación de Arica me fue referida por el mayor Salvo a los pocos días de su llegada a Santiago, en junio de 1880, conduciendo en el Itata a los prisioneros de Tacna y del Morro, y la hemos conservado con la fidelidad de un calco”.
Ya verá el señor coronel Salvo que yo no he escrito un romance ni dado pábulo a mi fecunda imaginación, como tiene la amabilidad de afirmarlo en su artículo rectificatorio. Si Bolognesi no pronunció la vulgaridad de quemaré el último cartucho, en tal caso, ateniéndonos a Vicuña Mackenna y desdeñando otros informes y documentos oficiales sería el mismo coronel Salvo, y no yo, el inventor de esa (para mí y para el sentimiento patriótico de los peruanos) bellísima y épica vulgaridad".
_____________________
MÁS HISTORIA: TE PODRÍA INTERESAR