Las parrillas de Laura Spoya: Las carnecitas que se come la 'fina con esquina'
La conductora protagonizó un segmento donde dejó en evidencia su entusiasmo por la carne a la brasa y las largas preparaciones.

La conductora protagonizó un segmento donde dejó en evidencia su entusiasmo por la carne a la brasa y las largas preparaciones.
La pasión por las parrillas fue el eje central de un segmento televisivo donde la conductora Laura Spoya dejó en claro que disfrutar de una buena carne es uno de sus mayores placeres. Entre bromas y comentarios espontáneos, se resaltó su entusiasmo por las largas preparaciones que exige una parrilla tradicional, desmitificando la idea de que este tipo de cocina deba ser rápida o sencilla. Para ella, el tiempo invertido no es un problema cuando el resultado lo vale.
Durante la secuencia, se mostraron distintos cortes de carne preparados a la brasa, como picaña, tomahawk y costillas, evidenciando el proceso y la paciencia que requiere el encendido del carbón y el manejo del fuego. En contraste, también se hizo referencia a quienes prefieren no involucrarse directamente con la parrilla para evitar ensuciarse, una postura presentada sin juicio y como parte de las distintas formas de disfrutar una comida.
Parrillas, sabor y experiencia: cuando la comida se convierte en espectáculo
El ambiente del lugar, descrito como acogedor y atractivo, reforzó la experiencia gastronómica. El aroma de la carne, el calor del fuego y la presentación de los platos generaron reacciones de sorpresa y entusiasmo, especialmente ante la llegada de una costilla de cerdo que fue presentada como la “gran sorpresa” del momento. La escena destacó cómo la comida puede ser un recurso narrativo para generar cercanía y entretenimiento en pantalla.
Finalmente, la conductora reconoció que una buena preparación culinaria puede ser un factor decisivo para conquistar, afirmando que el disfrute de una comida bien hecha es suficiente para ganarse su aprobación. El segmento cerró con un cambio de tema, dejando como mensaje que la gastronomía, más allá de alimentar, puede convertirse en una experiencia emocional y compartida.