Nota de prensa
Cada segundo domingo de septiembre se celebra el Día de la Familia Peruana, una fecha que invita a reflexionar sobre la importancia de cuidar no solo la seguridad física del hogar, sino también el bienestar emocional de quienes lo habitan. Hoy en día, la vida familiar transcurre en entornos híbridos: físicos y virtuales, con niños, adolescentes y adultos constantemente conectados a través de pantallas.
“No solo se trata de proteger contraseñas o evitar fraudes, la ciberseguridad emocional implica cuidar cómo nos afecta la tecnología a nivel psicológico y afectivo. Esto es clave para la salud mental y la armonía en el hogar”, afirma Jonathan Piperis, gerente de Excelencia Operacional de Verisure Perú.
Los riesgos digitales no se limitan a virus o estafas, también incluyen ciberacoso, aislamiento por uso excesivo de pantallas, ansiedad, baja autoestima o el debilitamiento de los vínculos familiares. Frente a este panorama, Piperis comparte cinco recomendaciones clave para fortalecer la ciberseguridad emocional desde el hogar:
Hablar abiertamente sobre el uso de la tecnología y establecer acuerdos: Fomentar un diálogo constante y respetuoso sobre cómo usar el internet, qué emociones les genera y qué situaciones les hacen sentir incómodos. Esto generará más confianza entre todos los miembros de la familia y permitirá que cada uno exprese cómo se siente en el entorno digital. Definir juntos horarios de uso, zonas libres de pantallas (como el comedor o dormitorio) y tipos de contenidos permitidos, ayuda a mantener un equilibrio entre el mundo online y offline.
Evitar el sharenting o publicar con responsabilidad: Compartir fotos o videos de nuestros hijos en redes sociales puede parecer una forma inocente de celebrar sus logros o momentos especiales. Sin embargo, esta práctica —conocida como sharenting (de share “compartir” y parenting “paternidad”)— puede exponer la privacidad de los menores. Estas publicaciones, aunque bien intencionadas, pueden generar ansiedad o vergüenza en etapas posteriores, ser utilizadas sin control en internet, o incluso facilitar casos de acoso o suplantación de identidad. Antes de publicar, es clave hacerse preguntas como: ¿Estoy protegiendo su privacidad? ¿Tengo su consentimiento? ¿Esto podría incomodarle en el futuro? En un mundo digital donde todo deja huella, cuidar lo que compartimos también es una forma de proteger y respetar a nuestros hijos.
Utilizar cámaras de seguridad de manera ética y segura: Las cámaras en el hogar pueden ser aliadas para la protección, pero deben configurarse correctamente (contraseñas seguras, redes protegidas) y no usarse para ejercer un control invasivo que afecte la confianza o la tranquilidad emocional de los menores. Los sistemas de seguridad de Verisure, por ejemplo, están conectados a una Central Receptora de Alarmas activa 24/7, que solo interviene si detecta una alerta real, respetando la privacidad familiar.
Fomentar momentos sin pantallas: Crear momentos de desconexión digital ayuda a fortalecer los vínculos afectivos y la salud emocional. Es recomendable establecer momentos libres de tecnología, como una comida al día sin dispositivos, hora sin pantallas antes de dormir o programar actividades familiares como juegos de mesa, cocina o lectura. Estas rutinas mejoran la comunicación, reducen el estrés digital y fortalecen los vínculos afectivos.
Acompañar el desarrollo digital con empatía: En lugar de espiar o castigar, es más efectivo guiar con empatía y respeto. Enseñar a los hijos sobre la privacidad, los riesgos en redes y toma de decisiones digitales, fortalece la confianza y la responsabilidad. Hablen sobre qué hacer ante situaciones incómodas en línea y promuevan la reflexión antes de publicar. Acompañar, en vez de imponer, genera usuarios digitales más seguros y emocionalmente sanos.
En la era digital, el bienestar familiar va mucho más allá de la seguridad física. Implica también construir un entorno emocionalmente seguro, donde niños, adolescentes y adultos se sientan protegidos, escuchados y acompañados en el uso de la tecnología. Frente a los desafíos de un mundo conectado, apostar por una crianza digital consciente es también una forma de cuidado.