Entre todos los posibles venenos que se nos puedan venir a la mente, tal vez ninguno nos causa tanto miedo como la palabra ‘radioactivo’. Ya sea por la historia, por la ficción o por la propia ciencia, todos tenemos una idea de los devastadores efectos que este tipo de materiales ocasiona.
Otro de esos efectos, que tal vez en es tan conocido pero sin duda hace a los elementos radioactivos más temibles, es su permanencia en el tiempo. Puede tomar muchos años para que la radiación sea ‘limpiada’ de una zona que ha sido expuesta.
Dicho esto, tenemos una mejor idea de por qué las fugas radiactivas en plantas nucleares son consideradas catástrofes para la humanidad. El accidente de Chernóbil de 1986 en la antigua Unión Soviética, ha dejado una marca de muerte que algunos creen que quedará por hasta 300 000 años.
Sin embargo, el más reciente desastre de este tipo que se conoce y justamente, considerado el peor después de Chernóbil. fue el de la planta de Fukushima, en Japón, y ocurrió el 11 de marzo de 2011, apenas hace seis años ¿Qué consecuencias ha traído? Claro que las hubo, y son bastante serias.
Para empezar, hay que saber que los niveles de las fugas radiactivas en este tipo de casos se suelen explicar, para mejor comprensión, con ´dosis equivalentes a un plátano’, pues esta fruta contiene potasio, un elemento con un isótopo que es una pequeña fuente de radiactividad, ¿lo sabías?
Obviamente esta cantidad es inofensiva para nuestro cuerpo, pero es un buen punto de referencia: en 100 gramos de plátano hay unos 400 miligramos de potasio, entonces el radiactivo es equivalente a un 0,0117%. Se necesitaría comer unas 35 000 000 bananas de golpe para morir envenenado.
¿Que ocurrió tras el accidente de Fukushima?
Según cálculos, el desastre nuclear de 2011 expandió la radiación desde Fukushima hacia todo el mundo. Sí, como lo oyes. Finalmente ningún lugar quedó exento de la radiactividad. La Organización del Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares dio los siguientes datos:
A consecuencia de Fukushima, todos los seres humanos de la Tierra habríamos recibido unos 0.1 milisieverts de radiación. ¿Y a cuánto equivale eso? A comer 1000 plátanos de una sola vez. Pese a ello, han aclarado que esta cantidad tampoco implica grandes efectos y no es para preocuparse.
No obstante, sirve muy bien para demostrar como un desastre nuclear en cualquier parte del mundo puede afectar al planeta entero. Afortunadamente esta vez "más del 80% de la radiación se depositó en el océano y los polos”, dijo Nikolaos Evangeliou, del Instituto Noruego para la Investigación Aérea.
“Creo que la población mundial recibió la menor exposición", señaló. El resto, una dosis de 163 terabecquerel (Tbq), se expandió por toda América del Norte, lo que equivale a 11 billones de plátanos dispersados por el continente. Europa recibió 14 Tbq y Asia 47 Tbq.
Pero no hay que olvidar que la suerte tiene un límite. Y mientras algunos podemos darlos el lujo de obviar el tema, el suelo y la diversidad de Fukushima así como sus alrededores, continuarán sufriendo las consecuencias de la actividad nuclear, alternativa energética de enormes riesgos.