En las calles de Lima, el mes de octubre trae consigo una marea morada de fieles que participan en la procesión del Señor de los Milagros. Este hábito, más que una vestimenta, es un emblema de devoción y fe que ha perdurado por más de tres siglos en la cultura peruana.
El hábito morado que se ve en cada procesión tiene un origen que se remonta a una visión experimentada por Antonia Maldonado, una devota ecuatoriana. Maldonado tuvo una visión de Cristo vistiendo una túnica morada mientras rezaba en su hogar en el Callao. A partir de esa experiencia, decidió seguir el mandato divino de compartir la túnica entre los fieles, fundando el Colegio de Nazarenas en el Puerto del Perú, donde esta tradición tomó forma.
Este hábito, con detalles como el cordón blanco en el cuello para los hombres y el velo blanco para algunas mujeres, simboliza el sacrificio y la pasión de Cristo. Los devotos que lo portan durante la procesión lo hacen como un signo visible de su compromiso religioso.
EL HÁBITO EN HOMBRES Y MUJERES
Hoy en día, el hábito morado presenta dos versiones: una para hombres, sin mangas y con aberturas a la altura de los brazos, y otra para mujeres, con mangas largas y un velo blanco que acompaña a las sahumadoras. Además, el detente, una pequeña imagen del Señor de los Milagros que se coloca sobre el corazón, acompaña este atuendo, reforzando el vínculo íntimo entre el portador y la figura venerada de Cristo.
Esta tradición, que comenzó con un milagro, sigue siendo una de las manifestaciones de fe más profundas de nuestra cultura, con miles de fieles que se visten de morado para honrar al Señor de los Milagros cada octubre.