Eran casi las 8 de la noche del 12 de setiembre de 1992. Parecía una noche como cualquiera, pero el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) tenía planeado dar el golpe. Y así fue. Aquel día, los agentes encubiertos concretaron una captura que muchos consideraban imposible: Abimael Guzmán finalmente había caído.
Tuvieron que pasar más de dos años de riguroso trabajo de inteligencia para que el grupo encabezado por los comandantes PNP Benedicto Jiménez y Marco Miyashiro, pudiera poner en marcha la que sería una exitosa “Operación Victoria”.
Todos estaban listos y en sus posiciones. Algunos estaban en pequeños grupos por la zona simulando ser transeúntes; mientras que a unos pasos de la casa de Los Sauces, bautizada como el ‘Castillo’, uno de los principales objetivos del GEIN, estaban los alférez Cecilia Garzón ‘Gaviota’ y Julio Becerra ‘Ardilla’, que aparentaban ser una pareja de enamorados.
La idea era irrumpir en la vivienda donde – presumían - se refugiaba el autodenominado ‘Presidente Gonzalo’. Los agentes tuvieron que esperar a que la puerta de la casa se abriera, para poder ingresar y realizar la intervención. “Carajo, no se muevan, soy de la Policía”, dijo Becerra tras una rápida reacción al ver que cuatro personas salían del inmueble, entre ellas Maritza Garrido-Lecca y su pareja Carlos Incháustegui.
Entonces, se inició el operativo. ‘Ardilla’ ingresó a la vivienda seguido de 13 agentes del GEIN. Al llegar al segundo piso, encontró en una de las habitaciones al cabecilla de Sendero Luminoso, que yacía sentado en su escritorio. “Tú te mueves y yo te mato, carajo”, le dijo apuntándole con la pistola en la cabeza. “Está bien, muchacho, tranquilo. Ya perdí”, respondió el líder senderista.