En los últimos años la fiebre de las selfies viene llegando al límite de retar a la mismísima muerte sin pensar en los riesgos que eso conlleva y todo con la finalidad de lograr la imagen perfecta.
Muchos de los desafortunados son personas que registraban un momento de felicidad con su familia o amigos. Algunos incluso habían apretado el disparador de la cámara sin imaginar que sería la última foto de sus vidas.
Las fotografías cobran especial importancia cuando se convierte en testimonio vivo de la historia. Las imágenes que verás a continuación tienen algo en común y a la vez escalofriante: sus autores fallecieron inmediatamente después de tomarlas.