Hay muchas personas que odian su trabajo, pero que pese a ello son muy buenos desempeñándolos, aunque claro, serían mejores si encontraran algún sentido a sus oficios. Sin embargo, también están los que detestan trabajar y que cuando tienen la oportunidad de hacerlo lo hacen terriblemente mal. Será por la prisa, la falta de motivación, el descuido, lo cierto es que terminan protagonizando errores garrafales que, en algunos casos, resultan siendo divertidos. A continuación algunos ejemplos.