Explosión de dinamita en Trujillo revela guerra entre bandas criminales
El atentado dejó viviendas destruidas y expuso la pugna violenta entre organizaciones como Los Pulpos, Los Pepes y la Nueva Jauría.
El atentado dejó viviendas destruidas y expuso la pugna violenta entre organizaciones como Los Pulpos, Los Pepes y la Nueva Jauría.
El último jueves, un nuevo episodio de violencia estremeció a Trujillo. Delincuentes colocaron dinamita en una zona comercial y varias viviendas quedaron seriamente dañadas, dejando en evidencia la fragilidad de la seguridad en la ciudad. Pese a que en los últimos días se ha reforzado la presencia policial, la violencia no se detiene: incluso la noche del sábado fue asesinado un barbero en el distrito La Esperanza y otro explosivo fue abandonado en una vivienda.
Una pugna por el control del territorio
Las investigaciones apuntan a que el ataque con explosivos no responde a un caso de extorsión, sino a una confrontación directa entre bandas criminales que disputan territorio. Los nombres de “Los Pulpos”, “Los Pepes” y la “Nueva Jauría” aparecen como protagonistas de esta pugna sangrienta. En el caso del atentado con dinamita, hay tres detenidos, entre ellos menores de edad, aunque aún no se ha identificado de forma clara al autor intelectual.
Los daños materiales son evidentes: estructuras debilitadas que podrían colapsar en cualquier momento y familias damnificadas que han perdido casi todo. El ministro de Vivienda y el gobernador regional, César Acuña, prometieron apoyo económico y bonos de emergencia, pero algunos vecinos se resisten a dialogar con la prensa, alegando desconfianza en las promesas de las autoridades.
Este atentado se convierte en el segundo de mayor magnitud en lo que va del año en el norte del país, tras el ocurrido en enero contra la sede de la Fiscalía en Trujillo. En un contexto donde la minería ilegal y las organizaciones criminales avanzan, los pobladores expresan desilusión frente a las medidas adoptadas. El pedido de declarar estado de sitio en la ciudad refleja la desesperación de una población que ya no cree en las respuestas del Estado.