El legado astronómico de la civilización maya vuelve a sorprender al mundo. Un reciente análisis científico ha descifrado cómo la tabla de eclipses del Códice de Dresde —un manuscrito del siglo XI— lograba predecir fenómenos solares con una exactitud extraordinaria, acercándose a estimaciones modernas pese a haber sido elaborada sin instrumentos ópticos.
TABLA DE ECLIPSES
La precisión del registro maya se remonta a un sistema que abarca 405 meses lunares —11 mil 960 días— con los que los sabios del periodo posclásico predecían eclipses solares y lunares. El manuscrito, uno de los cuatro códices mayas que sobrevivieron a la colonización y la Inquisición, compila conocimientos sobre astronomía, estaciones y rituales que muestran la sofisticación de esta cultura.
Sin embargo, los ciclos astronómicos presentan variaciones mínimas que, acumuladas, suelen desajustar calendarios antiguos. En apariencia, la tabla no habría podido conservar su precisión durante siglos, lo que llevó a investigadores a indagar cómo los mayas evitaban este desfase.
El antropólogo John Justeson y su colega Justin Lowry, en un estudio publicado en Science Advances, propusieron que los guardianes del tiempo mayas no reiniciaban la tabla desde el inicio, sino que sabían exactamente cuándo reajustarla dentro del propio ciclo lunar para conservar su exactitud.
CICLOS SAROS E INEX: EL MÉTODO QUE PERMITIÓ LA PRECISIÓN MAYA
Los investigadores identificaron que los ajustes se realizaban en torno a los meses 223 y 358, que coinciden con los ciclos astronómicos modernos conocidos como saros e inex, fundamentales para predecir eclipses.
Justeson explicó que estos puntos de corrección generaban errores mínimos, de apenas unas horas, lo que permitió que el calendario continuara siendo funcional durante siglos. De hecho, el análisis sugiere que la tabla maya habría podido predecir todos los eclipses visibles en sus territorios entre los años 350 y 1150 d. C., con un margen de error de menos de una hora cada 134 años.
Este nivel de exactitud demuestra que la astronomía maya no solo era simbólica, sino también profundamente matemática, anticipándose a métodos que la ciencia occidental desarrollaría mucho más tarde.
LOS ECLIPSES EN LA COSMOVISIÓN MAYA
Más allá de su valor técnico, los eclipses tenían un papel central en la religión y ritualidad de los mayas. Según la historiadora Kimberley Breuer, estos fenómenos celestes motivaban ceremonias de sangría realizadas por los gobernantes para “fortalecer al dios del Sol” y mantener el equilibrio cósmico.
El calendario sagrado de 260 días, utilizado para profecías y rituales, también se vinculaba con estos eventos. Los 405 meses lunares registrados en la tabla del Códice de Dresde equivalen casi a 46 ciclos sagrados, evidenciando que el seguimiento de los eclipses era tanto un acto científico como espiritual.
Que una civilización prehispánica lograra combinar matemáticas avanzadas, observación astronómica y significado ritual en un solo sistema habla de un conocimiento que continúa fascinando a investigadores de todo el mundo. Fragmentos como esta tabla, pese a siglos de destrucción tras la colonización, siguen revelando el extraordinario dominio maya del cielo.