Un grupo internacional de investigadores ha identificado una vocalización compartida por más de veinte especies de aves de distintos continentes que combina rasgos instintivos y aprendidos, un hallazgo que arroja luz sobre cómo pudo surgir el lenguaje en los humanos. El descubrimiento, liderado por la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) de España y publicado en Nature Ecology and Evolution, muestra que la frontera entre la comunicación animal y el lenguaje humano es más difusa de lo que se pensaba.
Una señal que mezcla instinto y aprendizaje
Según el estudio, distintas especies de aves emiten una llamada casi idéntica —similar a un quejido— cuando detectan la presencia de aves parásitas, como los cucos, que depositan sus huevos en nidos ajenos. Estas vocalizaciones activan una reacción instintiva en otras aves que acuden a investigar el peligro, pero también les permiten aprender a asociar el sonido con la amenaza, lo que indica la existencia de un proceso de transmisión social y de aprendizaje colectivo.
Los experimentos demostraron que las aves no solo responden de forma automática a esa señal, sino que aprenden en qué contexto deben utilizarla en el futuro. Para los autores, esto sugiere que la evolución del lenguaje podría haber comenzado cuando los animales empezaron a asignar nuevos significados a sonidos preexistentes. “Estamos observando cómo los significados aprendidos pueden integrarse en señales naturales”, explicó el ecólogo evolutivo William Feeney, autor principal del trabajo.
Los científicos también concluyeron que estas vocalizaciones aparecen con mayor frecuencia en regiones donde las interacciones entre aves hospedadoras y parásitas son más complejas. El estudio propone que este tipo de comunicación mixta —instintiva y aprendida— podría representar una de las primeras formas evolutivas de lenguaje, ofreciendo una ventana única para comprender cómo los humanos desarrollaron la capacidad de aprender y transmitir significados a través del sonido.