El día en que ocurrió la captura del mayor cabecilla terrorista de la historia del Perú, Abimael Guzmán, el ‘camarada Gonzalo’ no estaba solo. Cayó flanqueado por su conviviente Elena Iparraguirre (con quien se casó en 2010) y otros miembros de la cúpula de Sendero Luminoso.
Sin embargo, la ‘Captura del siglo’ aportó también un valioso material que se encontró en la casa de Surquillo donde comenzó el fin de una era de espanto en el país: una serie de objetos que permiten conocer y comprender mejor cómo funcionaba este grupo criminal.
Tapetes, cuadros, bordados, trabajos de cuero, trofeos y un sinfín de parafernalia propagandística que ensalzaba a Abimael Guzmán por sobre todas las cosas permiten ver el nivel del delirante fanatismo que este hombre logró infundir en sus seguidores.
Se estima que Sendero Luminoso contó entre sus filas con unos 3000 adoctrinados. La ideología para ellos jugó un papel tan fundamental que aún recluidos en las cárceles dedicaban todas sus obras al ‘partido’ y a su líder máximo, autoproclamado “la cuarta espada del marxismo”.

Entre los cientos de objetos que son exhibidos hoy en la sede de la Dirección contra el Terrorismo (DIRCOTE) se encuentra también el sillón en el que Abimael fue entrevistado por el general Antonio Ketín Vidal, entonces jefe de la DIRCOTE, al momento de su captura.
Además, una edición de ‘El Diario’, publicación senderista que en 1988 presentó una entrevista en la clandestinidad con el “presidente Gonzalo” y que tiene escrita en su portada una dedicatoria del mismo Guzmán a la ‘camarada Nancy’, Margie Clavo Peralta, fallecida en 2015.

Sin duda, todo un tesoro de innegable valor histórico que permite reconstruir lo que significó el flagelo del terrorismo tanto en la mente de sus perpetradores como en la de los hombres y mujeres que fueron encargados con la enorme tarea de hacerle frente y, finalmente, vencieron.