¿Estás listo para celebrar San Valentín? Tal vez seas de los que hacen planes cada año para pasarlo en grande con tu media naranja o tus amigos. Por el otro lado, tal vez seas un escéptico irremediable y lo consideres una molestia que hay que evitar.
Ya seas de los primeros o de los segundos, no se puede ser ajeno a San Valentín, una celebración que, entre otras muy pocas, ha superado sus orígenes para celebrarse prácticamente en todo el planeta. Por ello, esta vez te contaremos una historia muy interesante.
Si crees que todo fue siempre rosas, dulces y el romanticismo que se vive hoy en San Valentín, estás equivocado. En primer lugar, porque hablar de la historia humana es hablar de una historia que puede ser oscura. Después de todo, hemos evolucionado desde animales a seres racionales.
Así que, mientras más se remonta uno en el pasado para conocer nuestros orígenes, podría encontrar episodios bastante negros. Las celebraciones no son la excepción. Y lamentamos informar que San Valentín es una fiesta lo suficientemente antigua como para aterrorizarte.
Ambas versiones nos sitúan en Roma: La más extendida (aunque sujeta a muchos debates) relata que en el siglo III, el emperador Claudio II prohibió celebrar matrimonios para los jóvenes, pues creía que una familia afectaba negativamente el rendimiento del soldado.


Entonces, un sacerdote cristiano llamado Valentín, viendo que esto era injusto, comenzó a casar secretamente a los jóvenes enamorados. Tras ser descubierto, y pese a que gozaba de gran popularidad, fue encarcelado y ejecutado.
Según cuenta la leyenda, mientras estuvo encarcelado el pobre Valentín hasta hizo el milagro de devolverle la vista a la hija de un oficial que lo retó para burlarse de él, pero de poco le valió: el 14 de febrero del año 270 fue martirizado y ejecutado con la decapitación.

La segunda versión sube al siguiente nivel y lo peor que hay mucha más certeza sobre ella, pues tras varias discusiones, los historiadores han podido dar con una celebración que habría sido clave: una que nada tenía que ver con flores y corazones, y mucho con sangre y sexo.
Entre el 3 y 15 de febrero en Roma se llevaba a cabo una fiesta (y muchos ya sabemos lo que eso significaba en el viejo imperio) llamada Lupercalia, donde los hombres sacrificaban una cabra y un perro, los desollaban y… usaban las pieles para flagelar a las mujeres.

Según Noel Enski, de la Universidad de Colorado, los hombres, ebrios y desnudos, azotaban a las féminas (también desnudas) que se alineaban en filas para recibir en sus cuerpos el golpe de esos colgajos ensangrentados: se creía que ello estimulaba su fertilidad.
Pero ahí no acababa todo, pues luego se hacía un sorteo donde cada hombre sacaba el nombre de una mujer. Quienes salieran escogidos debían tener sexo mientras duraran las fiestas.

Frente a tanto, la pregunta que asoma es ¿Cómo llegamos de las ejecuciones, la crueldad animal, la violencia contra la mujer y las orgías a las rosas, chocolates y tarjetas? Parece que se lo debemos a artistas como William Shakespeare y Geoffrey Chaucer, quienes añadieron romance a esta fecha.
Incluso en esta época medieval fue donde comenzó a escribirse tarjetas de papel con mensajes amorosos, tradición que recién en 1913 explotó definitivamente en lo que hoy conocemos con la producción masiva de dichos cartones por parte de la empresa Hallmark.
¿Aún quieres celebrar San Valentín? Al menos ahora lo harás con convicción. No tienes nada que agradecer.