La canonización de los papas Juan Pablo II y Juan XXIII han sido todo un acontecimiento para la Iglesia Católica y sobre todo para la reavivación de la fidelidad de los creyentes. Así lo afirma Juan Antonio Herrera, el piloto que tuvo la suerte de llevar en su avión a un santo. El hombre señala que su contacto con el entonces Sumo Pontífice significó un cambio para su vida pues dejó todos sus vicios y se encomendó por completo a su familia. Además, decidió cambiar de carrera dejando Derecho para estudiar Teología.