Reportera de ASD se convierte en cobradora de bus por un día
Para quienes lo ejercen saben que es de los puestos laborales con mayor demanda de sacrificio, concentración y mucho “aguante”.
Para quienes lo ejercen saben que es de los puestos laborales con mayor demanda de sacrificio, concentración y mucho “aguante”.
Los cobradores son una especie de lo más pintoresca de la cultura local, y entre ellos hay ciertas características que los identifican, como que siempre están apurados al hablar, tintineando sus monedas para hacer notar su presencia, dando un salto casi acrobático para marcar en una esquina la hora que llegó la unidad de transporte público al lugar.
Pero si hay algo que llama mucho la atención es su jerga que solo en muchos casos es comprendida por los cobradores de buses, coasters, combis, etc.
A las clásicas frases como "al fondo hay sitio" o el "paguen con sencillo" se suman “Avancen atrás”, “Apéguese”, para bajar piden que el usuario cuide su integridad fisica con el “pie derecho”, o el infaltable “Asencíllame”.
Ante la desesperación de los cobradores, por atiborrar sus vehículos cualquier transeúnte que se los cruzara era un potencial pasajero, en algunos casos, podía empujársele a quien se asomara un poco para facilitarle la tarea de subir, sin que el pasajero siquiera se cerciorara de que la combi lo lleve a destino.
Para muchos, es un trabajo sencillo que no requiere de estudios ni preparación y hasta puede resultarles pintoresco, pero, para quienes realmente lo ejercen saben que es de los puestos laborales con mayor demanda de sacrificio, concentración y mucho "aguante".
Porque para entenderlo había que estar en sus zapatos y Mónica Queirolo, asume nuevamente el reto de experimentar en carne propia, la difícil tarea de ser cobradora por un día, un oficio sumamente complejo del que somos testigos a diario pero que muchos ignoramos y hasta minimizamos.