La justicia italiana pidió el arresto domiciliario para el capitán del crucero Costa Concordia, que naufragó el frente a la isla de Giglio, y que ha causado la muerte de al menos 11 personas y 24 desaparecidos hasta el momento.
La jueza de instrucción de Grosseto decretó esta medida después de interrogar a Francesco Schettino, el cual permanece detenido desde el sábado último.
El capitán de la nave siniestrada, de 52 años, negó haber abandonado el barco y aseguró “haber realizado una brillante maniobra” la cual permitió “salvar miles de vidas”.
Según lo publicado por algunos medios locales italianos, el “hombre más odiado” de dicho país, señaló que se encontraba frente al timón de mando cuando colisionó con el escollo y que “en ningún momento abandonó el crucero, sino que cayó al mar por un bandazo de la nave”.
Pero, el registro de las dramáticas conversaciones entre la Guardia Costera y Schettino confirmaría que este abandonó su lugar en el barco antes que terminara la evacuación y se negó a coordinar las operaciones de rescate.
La Fiscalía está acusando al italiano de homicidio culposo múltiple, abandono del navío y naufragio, por lo cual, de comprobarse su responsabilidad, podría ser condenado a un máximo de 15 años de cárcel.