Durante años se sostuvo que la Gran Muralla China era la obra hecha por el hombre que podía observarse desde el espacio. Sin embargo, recientes estudios e imágenes captadas por la NASA desmontaron esa creencia y pusieron en evidencia cuál es, en realidad, la estructura que destaca desde la órbita terrestre. El hallazgo no solo rompe un mito histórico, sino que también señala el impacto de una región agrícola que brilla como un espejo en el sur de Europa.

Un mar blanco visible desde la órbita
El contraste entre superficie y paisaje es lo que determina la visibilidad desde la Estación Espacial Internacional o desde los satélites. Y bajo ese criterio, la Gran Muralla, las pirámides de Egipto o los rascacielos modernos no cumplen los requisitos. Lo que sí resalta es El Ejido, en Almería (España), donde cerca de 40.000 hectáreas de invernaderos cubiertos por plásticos blancos reflejan la luz solar y conforman una mancha brillante que se distingue incluso en tomas amplias.
La confirmación vino a través del satélite Landsat 9, cuyo sistema de observación corroboró lo que astronautas ya habían comentado en varias misiones: esa extensión plástica en la costa mediterránea parece una franja luminosa en medio del terreno árido y el mar azul. No se trata de altura ni monumentalidad, sino de uniformidad, escala y reflejo, factores que convierten a este “mar de plástico” en una señal inequívoca en el mapa terrestre visto desde el espacio.
Más allá de su singular visibilidad, El Ejido es conocido como “la huerta de Europa”. Desde allí salen millones de toneladas de tomates, pimientos y calabacines que abastecen a gran parte del continente. Lo que la NASA reconoce desde el espacio es, al mismo tiempo, la evidencia de cómo un proyecto agrícola en tierras desérticas terminó transformándose en un fenómeno productivo y visual que trasciende fronteras.