Transformar una foto en un retrato animado al estilo del Studio Ghibli se ha vuelto una de las modas virales más compartidas en redes sociales. Con la ayuda de plataformas basadas en inteligencia artificial (IA), como ChatGPT, miles de usuarios han convertido sus rostros en versiones inspiradas en las aclamadas películas japonesas del famoso estudio.
Sin embargo, detrás de esta popular tendencia se oculta un riesgo considerable para la privacidad y la seguridad digital. Al cargar imágenes personales, especialmente aquellas que muestran el rostro, los usuarios están entregando datos biométricos sensibles que podrían ser utilizados sin su consentimiento para diversos fines.
"Cuando el usuario usa estas herramientas de forma gratuita, el producto es él mismo; es decir, que sus datos son vendidos para, por ejemplo, publicidad de otros productos", advirtió Mónica Vargas, máster en Inteligencia Artificial, en una entrevista para El Tiempo.
Aunque estas plataformas se presentan como espacios para la recreación visual, su uso implica la recopilación y posible almacenamiento de información personal. Expertos en ciberseguridad advierten que estos datos no solo pueden alimentar campañas de publicidad dirigida, sino también ser utilizados para suplantación de identidad o ciberataques más sofisticados.
Una de las amenazas más preocupantes es la posibilidad de construir “huellas maestras” a partir de los rasgos comunes entre distintas imágenes faciales, lo que pondría en jaque los sistemas de seguridad basados en reconocimiento facial.
