Diversos estudios apuntaron a varios factores en torno al momento del nacimiento que podrían elevar el riesgo de un niño de sufrir autismo, pero aún hay muy poca evidencia para hablar de causas específicas, según concluyó una nueva revisión.
Analizando 40 estudios previos, los investigadores encontraron que una serie de factores alrededor del momento del nacimiento se han vinculado con el riesgo de autismo.
Entre ellos se incluye el bajo peso al nacer, ciertas complicaciones en el parto -como problemas con el cordón umbilical-, dolor fetal y señales de "malas condiciones" en el recién nacido, como inconvenientes para respirar o en el ritmo cardíaco.
Pero los estudios a menudo llegaron a conclusiones contradictorias acerca de si alguna de esas causas por sí sola estaba relacionada al autismo. Además, los investigadores advierten que las complicaciones en el parto y en los recién nacidos generalmente no ocurren aisladas, sino combinadas.
De hecho, en un desorden complejo como el autismo, sería muy poco probable que un solo factor de nacimiento se destaque como el culpable clave, explicó Hannah Gardener, investigadora de la Escuela de Medicina de la University of Miami que lideró el estudio.
En una entrevista, enfatizó que los padres de niños afectados por alguno de los factores identificados en este estudio, por ejemplo, bajo peso al nacer o problemas con el cordón umbilical, no deberían alarmarse.
"No hay una única causa fuerte del autismo", aseguró Gardener, que trabajaba en la Harvard School of Public Health en el momento del estudio. Además, se cree que el autismo involucra una compleja interacción entre los genes y factores ambientales.
Los resultados actuales, dijo Gardener, subrayan la importancia de seguir estudiando qué factores ambientales -el clima antes, durante o después del nacimiento- podrían actuar junto a la genética para provocar el desorden. El equipo reportó sus conclusiones en la revista Pediatrics.
Se estima que cerca de uno de cada 110 niños estadounidenses tiene un "trastorno del espectro autista". El término se refiere a un grupo de desórdenes cerebrales del desarrollo que afectan la capacidad de una persona de comunicarse e interactuar socialmente, desde casos severos de autismo "clásico" hasta formas relativamente leves como el síndrome de Asperger.
Los investigadores estimaron que factores ambientales comunes en los mellizos representaron alrededor del 55 por ciento del riesgo, aunque no pudieron identificarlos de forma específica.
Junto al bajo peso al nacer, el dolor fetal y los problemas con el cordón umbilical (por ejemplo, cuando se enrosca alrededor del cuello del bebé), otros factores incluyeron partos múltiples, heridas sufridas por el niño, hemorragia materna durante el parto, anemia o ictericia en el bebé.
Otro indicador fue una baja puntuación Apgar, que mide la salud general del recién nacido, incluyendo el ritmo cardíaco, la respiración y el tono muscular. Pero incluso cuando existen estas asociaciones, no está claro el porqué. Tampoco se sabe cuáles de estos factores podrían derivar en el desarrollo del autismo.
Un gran obstáculo, señaló Gardener, es que los investigadores aún no conocen qué mecanismos biológicos conducen en última instancia al trastorno.
(Fuente: Agencias)