Una clase de medicamentos genéricos contra el sida usados para tratar el VIH en África y otras regiones pobres puede causar envejecimiento prematuro y disparar enfermedades relacionadas con la edad, como cardiopatías y demencia, señalaron científicos.
En un estudio publicado en la revista Nature Genetics, investigadores británicos hallaron que los fármacos, conocidos como inhibidores análogos de los nucleósidos de transcriptasa reversa -o NRTI por su sigla en inglés- dañan el ADN en la mitocondria de los pacientes, que es la "batería" que brinda energía a las células.
Los científicos dijeron que es poco probable que los cócteles más nuevos de medicinas para el sida, fabricados por firmas como Gilead, Merck, Pfizer y GlaxoSmithKline, generen niveles similares de daño, dado que se los considera menos tóxicos para la mitocondria.
No obstante, se requieren más investigaciones para estar seguros de ello. "A estos efectos colaterales les lleva tiempo volverse notorios, por lo que hay un signo de interrogación sobre el futuro y sobre si los fármacos más nuevos causarán o no este problema", señaló Patrick Chinnery, del Instituto de Medicina Genética de la Newcastle University.
"Posiblemente es menos probable, pero no lo sabemos porque no hemos tenido tiempo de verlo", añadió. Los resultados, no obstante, ayudan a explicar por qué las personas con VIH tratadas con fármacos contra el sida antirretrovirales más antiguos a veces muestran signos avanzados de fragilidad y enfermedades como cardiopatías y demencia a edad temprana, señalaron los investigadores.
"El ADN en nuestra mitocondria es copiado a través de nuestra vida y, a medida que envejecemos, naturalmente acumula errores", dijo Chinnery, quien dirigió el estudio.
"Creemos que estos medicamentos para el VIH aceleran la tasa en la cual se acumulan esos errores. Por lo tanto, en el lapso de -digamos- 10 años, el ADN de la mitocondria de una persona habría acumulado la misma cantidad de errores que quien naturalmente ha envejecido 20 o 30 años", agregó.
Los fármacos NRTI -de los cuales el más conocido es el AZT, también denominado zidovudina y originalmente desarrollado por GSK- fueron un gran avance en el tratamiento del VIH cuando emergieron a fines de la década de 1980.
Los NRTI extendieron la vida de los pacientes y ayudaron a hacer del VIH una enfermedad crónica tratable, en lugar de una sentencia de muerte como era en sus comienzos.
Las preocupaciones sobre la toxicidad de estos medicamentos, particularmente con el uso prolongado, implican que ahora sean menos utilizados en los países adinerados, donde han sido reemplazados por combinaciones de fármacos contra el sida más costosos y con menos efectos colaterales.
Pero en los países más pobres, donde el acceso a medicinas genéricas más económicas suele ser la única opción para que los pacientes con VIH reciban tratamiento, los NRTI aun son de uso relativamente amplio.
En el 2009, alrededor de 33,3 millones de personas en todo el mundo portaban el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), que causa el sida, según las últimas estadísticas disponibles de Naciones Unidas. Unos 22,5 millones de ellas viven en África.
"Esto medicamentos no serán perfectos pero debemos recordar que cuando fueron introducidos dieron a las personas unos 10 o 20 años adicionales (de vida), cuando de otra forma hubiesen muerto", dijo Brendan Payne, de Newcastle's Royal Victoria Infirmary, quien también trabajó en el estudio.
"En África, donde la epidemia de VIH ha impactado con más fuerza y donde las medicinas más costosas no son una opción, (los fármacos más antiguos) son una necesidad absoluta", agregó.
Para su estudio, el equipo de Chinnery estudió células musculares de adultos infectados con VIH, algunos de los cuales habían recibido NRTI anteriormente.
Los autores hallaron que los pacientes que habían sido tratados con NRTI -incluso 10 años atrás- tenían un daño mitocondrial similar al de una persona mayor saludable.
Los investigadores ahora están buscando formas de reparar o detener parte del daño causado por los medicamentos y señalan que creen que focalizarse en el ejercicio -que parece tener un efecto beneficioso sobre los pacientes con enfermedades mitocondriales- sería de gran ayuda.