Salud

Hace 2 horas

Comer sano no basta: estudio revela que la regularidad es el verdadero secreto

Un estudio suizo revela que comer sano solo algunos días no basta. La clave está en mantener hábitos saludables constantes que fortalezcan la microbiota intestinal y mejoren la salud a largo plazo.




Comer bien de vez en cuando no es suficiente. Investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), en Suiza, confirmaron que la regularidad es el verdadero factor que marca la diferencia en una dieta saludable. Su estudio demuestra que solo los hábitos constantes logran proteger la microbiota intestinal, esencial para el bienestar general del cuerpo.

COMER SANO TODOS LOS DÍAS

De acuerdo con los científicos, alternar entre una alimentación equilibrada y otra rica en grasas, azúcar o sal puede afectar gravemente el equilibrio intestinal. “El consumo irregular de comida saludable, de hecho, anula muchos de sus beneficios en la microbiota intestinal”, explicó Marcel Salathé, jefe del laboratorio digital epidemiológico de la EPFL.

La investigación confirma que una dieta basada en frutas, verduras y fibra solo tiene efectos positivos cuando se mantiene de forma sostenida. Aunque campañas como “cinco frutas y verduras al día” ya intuían esta importancia, hasta ahora no existían datos concretos que lo demostraran con respaldo científico.

INTELIGENCIA ARTIFICIAL AL SERVICIO DE LA NUTRICIÓN

El estudio utilizó inteligencia artificial para analizar los hábitos alimenticios de mil personas, recopilando información a partir de fotografías y códigos de barras de los productos consumidos. Los resultados evidenciaron que la constancia en la alimentación es tan determinante como la calidad de los alimentos.

Además, los investigadores hallaron que la dieta de una persona puede predecirse con un 85% de precisión mediante el análisis de su microbiota intestinal. Este avance, publicado en la revista Nature Communications, abre una nueva etapa en el estudio de la relación entre la alimentación y la salud digestiva, y sugiere que el futuro de la nutrición personalizada dependerá de los patrones alimentarios sostenidos en el tiempo.


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