Incluir frutas en la alimentación diaria es una recomendación constante de nutricionistas y guías internacionales. Sin embargo, muchas personas aún dudan si es conveniente comerlas después del almuerzo o la cena. Expertos consultados aclaran que el momento del día no altera sus beneficios, y que lo importante es mantener una dieta equilibrada y adaptada a cada persona.
FRUTA COMO POSTRE: ¿MITO O BUEN HÁBITO?
Según la licenciada en nutrición Silvina Tasat, miembro de la Sociedad Argentina de Nutrición, no existe evidencia científica que indique que el horario influya en los efectos de la fruta. Puede comerse en cualquier momento del día. No obstante, en casos de diabetes o resistencia a la insulina, se recomienda cuidar las cantidades y evitar comerlas solas, ya que su azúcar se absorbe más rápido.
Además, Tasat desmiente el mito de que la fruta dificulta la digestión si se consume con otros alimentos. Por el contrario, destaca que comerla como postre puede aportar saciedad y evitar el consumo de dulces ultraprocesados, al cerrar el momento alimentario con un sabor naturalmente dulce.
CÓMO Y CUÁNTO CONSUMIR AL DÍA
La clave está en la cantidad y forma de consumo. Se recomienda ingerir tres porciones de fruta al día (alrededor de 450 g), priorizando las piezas enteras y, cuando sea posible, con cáscara para aprovechar mejor su fibra. Frutas como melón y sandía, por su alto contenido de agua, impactan más rápidamente en los niveles de glucosa si se comen solas.
Expertos de Harvard y la Cleveland Clinic también subrayan los beneficios de una dieta rica en frutas, como la reducción del riesgo de enfermedades cardíacas y la mejora del sistema inmunológico. Lo más recomendable es optar por frutas variadas, de estación y con distintos colores, lo que asegura un mayor aporte de nutrientes y antioxidantes.