Un equipo de investigadores de la Universidad de Richmond, liderado por la neurocientífica Kelly Lambert, logró que un grupo de ratas aprendiera a conducir pequeños autos diseñados para su tamaño. Lo que comenzó como un estudio del comportamiento animal terminó revelando que estos roedores no solo dominan la conducción, sino que también parecen disfrutarla y experimentan mejoras en sus habilidades cognitivas.
El vehículo, una caja de cereal transparente con ruedas, incluía barras de cobre que permitían a las ratas girar y avanzar en distintas direcciones. Como incentivo, los científicos les ofrecieron cereales Froot Loops como recompensa cada vez que lograban manejar correctamente.
¿Conducir mejora el aprendizaje y la toma de decisiones?
Uno de los hallazgos más relevantes del estudio fue que las ratas criadas en ambientes enriquecidos (con mayor cantidad de estímulos y desafíos) mostraban mejor coordinación y resolución de problemas en comparación con aquellas que crecieron en espacios más simples. Esto confirmó que un entorno desafiante favorece la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y aprender nuevas habilidades.
Además, los investigadores notaron que los roedores se emocionaban al conducir, acercándose con entusiasmo a sus jaulas cuando veían el vehículo, lo que sugiere que pueden experimentar anticipación o placer.
Nuevas fases del estudio: optimismo y toma de decisiones
Tras observar la respuesta positiva de los animales, el equipo de Lambert amplió la investigación con un programa llamado "Wait for it", en el que las ratas debían esperar antes de recibir su recompensa. Los resultados fueron sorprendentes: las ratas que aprendieron a esperar mostraron mayor optimismo. También aumentaron su audacia y capacidad de resolución de problemas. Asimismo, se registraron cambios en su química cerebral similares a los efectos de ciertos fármacos.
Este fenómeno fue denominado "behaviourceuticals", ya que sugiere que ciertas experiencias pueden modificar el comportamiento y la química del cerebro de forma similar a los medicamentos.
En la siguiente fase del experimento, los investigadores diseñaron vehículos mejorados, permitiendo a las ratas elegir entre dos caminos para llegar a su premio: un trayecto corto y directo; y un recorrido más largo que implicaba más tiempo de conducción.
Sorprendentemente, dos de cada tres ratas optaron por el trayecto más largo, lo que sugiere que no solo conducían por la recompensa, sino porque realmente disfrutaban la actividad. Incluso, algunos roedores activaban la palanca para acelerar antes de que el vehículo tocara el suelo, lo que refuerza la idea de que anticipaban con entusiasmo la experiencia.
Este experimento ofrece nuevas perspectivas sobre el aprendizaje animal y la influencia de estímulos positivos en su desarrollo. Los hallazgos podrían contribuir a la investigación sobre el impacto del enriquecimiento ambiental en la neuroplasticidad, el uso de experiencias placenteras para mejorar la salud mental y el comportamiento en animales y humanos, y los nuevos enfoques en neurociencia conductual y terapias basadas en estimulación cognitiva.