Un reciente caso médico ha captado la atención mundial: el oncólogo Raymond Mak del Brigham and Women’s Hospital en Estados Unidos utilizó el análisis del rostro de un paciente de 90 años para determinar su aptitud para un tratamiento agresivo contra el cáncer. Sorprendentemente, este análisis reveló que, a nivel biológico, el paciente tenía una edad de 66 años, lo que lo convertía en un candidato ideal para el procedimiento.
Cómo el rostro refleja la salud
Según Mak, “el rostro refleja el desgaste de la vida”. En este caso, el médico observó facciones más jóvenes y joviales en su paciente, lo que le llevó a considerar que estaba en mejores condiciones físicas de lo que su edad cronológica sugería.
Para respaldar su decisión, utilizó una herramienta de inteligencia artificial llamada FaceAge, capaz de estimar la edad biológica al comparar fotografías de rostros con una base de datos de millones de imágenes. Este enfoque permitió confirmar la evaluación inicial y aplicar un tratamiento más adecuado.
Avances en el uso de IA para diagnósticos
La experiencia de Mak inspiró investigaciones preliminares sobre el uso de algoritmos de IA para analizar rostros humanos y predecir condiciones de salud. Este modelo busca identificar cómo ciertas características faciales cambian con la edad y cómo estos cambios están relacionados con la salud general. Los hallazgos indican que un rostro más envejecido podría estar asociado con mayores riesgos de enfermedades, mientras que facciones más jóvenes podrían reflejar mejores condiciones biológicas.
Jing-Dong Jackie Han, bióloga de sistemas computacionales de la Universidad de Pekín, explicó que las imágenes tridimensionales del rostro muestran cambios confiables con la edad, lo que podría ser clave para desarrollar herramientas diagnósticas más precisas.
Aunque prometedora, esta tecnología aún enfrenta desafíos antes de convertirse en un estándar médico. Los investigadores destacan la importancia de representar adecuadamente a todos los grupos raciales en las bases de datos de IA para evitar diagnósticos erróneos o desigualdades sanitarias. Además, se necesita considerar cómo las cirugías estéticas podrían alterar los resultados al ocultar posibles signos de salud.
Andrew Beam, profesor asociado en Harvard, advirtió que estos avances deben tomarse con cautela. “La predicción de la edad biológica aún es una medida difícil de definir y requiere más estudios”, señaló.