En el Hospital Nacional Guillermo Almenara Irigoyen de Essalud, la creación oportuna de un acceso vascular está marcando la diferencia en la vida de pacientes con insuficiencia renal. Gracias a la implementación de la fístula arteriovenosa, el riesgo de infecciones bacterianas, principal causa de mortalidad en esta población, se ha reducido hasta diez veces, mejorando significativamente su calidad de vida.
“Nos enfocamos en la prevención, pero también entendemos las necesidades de nuestros pacientes con enfermedades crónicas, como la enfermedad renal. Por ello, aplicamos tratamientos innovadores que transforman su bienestar,” afirmó la presidenta ejecutiva de Essalud, doctora María Elena Aguilar Del Águila. Según indicó, en el 2024 más del 90% de los pacientes del servicio accedieron a este procedimiento, con resultados altamente positivos.
El doctor Hugo Gutiérrez, nefrólogo del Hospital Almenara, explicó que el procedimiento consiste en la creación de una fístula arteriovenosa, uniendo la arteria con la vena para aumentar el flujo sanguíneo de la vena. Después de dos meses, la fístula permite realizar la diálisis de manera más segura y eficaz, eliminando la necesidad de catéteres, que son más propensos a infecciones.
Además de reducir la mortalidad y las infecciones, este acceso vascular evita hospitalizaciones prolongadas, lo que representa una gran ventaja para los pacientes. Por ello, al llegar al servicio de Nefrología, el equipo médico se esfuerza por realizar este procedimiento en el menor tiempo posible.
En paralelo, los especialistas fomentan la prevención y detección temprana de enfermedades renales. Se recomienda que las personas con enfermedades crónicas, como diabetes mellitus o hipertensión, se realicen un chequeo anual. Aquellos diagnosticados con enfermedad renal deben someterse a controles periódicos y evitar la necesidad de diálisis.
Dato:
El servicio de Nefrología del Hospital Almenara tiene una trayectoria histórica de 70 años. Fue pionero en el país y Sudamérica, realizando la primera diálisis en el Perú en 1957 y el primer trasplante de riñón en 1973, marcando un hito en la atención renal en la región.
