Un experimento realizado en Holanda con luz infrarroja demuestra que el aire potencialmente contaminado con coronavirus puede escapar de una mascarilla si esta es mal utilizada.
El caso muestra cómo llevar la mascarilla suelta hace que las partículas salgan hacia atrás, a pesar de que la boca esté cubierta, lo que pone en riesgo a quienes se encuentran detrás del individuo.
El llevar una mascarilla donde la nariz esté completamente cubierta y que se encuentre ajustada a la cara evita la propagación, pero las partículas aún se liberan. Sin embargo, cuando está se encuentra bien puesta y completamente pegada al rostro, el virus no sale.
Es por ello que la distancia social también cumple un rol sumamente importante, pues el COVID-19 puede liberarse de las mascarillas cuando la protección es inadecuada.