Se trata del más reciente avance en el creciente campo de medicina regenerativa que busca crear partes del cuerpo en el laboratorio. Los galenos utilizaron partículas de plástico y una impresora láser de tercera dimensión para crear una tráquea y de esta manera, salvar la vida de un niño.
El pequeño Kaiba Gionfriddo presentaba un severo daño en un bronquio, por lo que dejaba de respirar casi a diario. Los padres del menor detectaron esta enfermedad cuando el niño tenía seis semanas de nacido y su padre tuvo que practicarle una reanimación cardiopulmonar para revivirlo.
Pese a las probabilidades de que la operación fallara, los padres decidieron probar con el trabajo experimental. A traves de esta, se le injertó una prótesis alrededor del bronquio defectuoso elaborada con un plástico que será absorvido por el organismo.
Los médicos de la Universidad de Michigan informaron que la sustancia, con la cual "imprimieron" los tubos que le fueron implantados al pequeño Kaiba, se degradará y será reemplazado conforme se genere tejido sano.
El caso ha sido considerado una proeza médica pues hasta ahora solo se habían realizado transplantes de tráquea en adultos que en su mayoría necesitaban reemplazar la que había sido destruída por el cáncer, pero éstas provenían de donadores muertos o se elaboraban a partir de células madre.