Cientos de familias peruanas, empujadas por el desempleo, la falta de comida, dinero y sin un techo seguro durante la cuarentena se enrumban a sus ciudades de origen desafiando a la pandemia, con muchas posibilidades de contraer el peligroso coronavirus.
De la capital nace el éxodo y se replica en otras regiones. Los peruanos que se olvidan del hambre y luchan por más de 40 días contra el desempleo, pasan la noche en carreteras, parques o plazas en medio de la nada. La desesperación se apodera y el olvido y respuesta tardía de sus representantes regionales los llevó a emprender el regreso a casa caminando.
Los efectivos de la Policía Nacional del Perú les impiden el paso por el temor a la propagación al virus. Las familias peruanas con bebés en brazos, niños, ancianos y mujeres gestantes se dirigen mayormente a Iquitos, Ayacucho, Apurímac y Puno.