Por primera vez y en medio de la pandemia, el coronavirus nos muestra una Lima asilada de vida. En sus calles solitarias sin embargo hay quienes aún caminan o duermen en ellas, nómadas que no comprenden la medida de inmovilización social obligatoria anunciada por el presidente de la República, Martín Vizcarra.
Los indigentes, a diferencia de la gran mayoría de los peruanos no pueden quedarse en casa, sus cuerpos evidentemente enfermos, los convierten en huéspedes perfectos para la incubación y propagación del nuevo coronavirus, en algunos el virus precipitaría sus muertes. Los llamados sin techo, quedaron a la merced del COVID-19 que ya cobró la vida de 11 mil personas en 171 países.
Atrapados en las calles, sin comida y sin poder bañarse, aseguran que prefieren ser detenidos por la Policía Nacional del Perú mientras estos realizan los operativos para garantizar el cumplimiento del toque de queda en la ciudad, pues en las comisarías pasarían la noche más cómodos.