Un derrumbe en la Costa Verde volvió a encender las alarmas sobre la vulnerabilidad de algunas de las construcciones al borde del acantilado.
Según varios estudios geológicos, el suelo en determinadas zonas mostraría fragilidad que va más allá del desprendimiento de piedras, pues se teme que podría haber posibles desmoronamientos los que ante un sismo se convertirían en una catástrofe.
Ante este peligro, las medidas de prevención se vuelven imprescindibles. Cabe destacar que este peligro se conoce desde hace varios años, tal es así que de acuerdo a un estudio de suelos de 1960 de la Universidad Nacional de Ingeniería, todas las edificaciones deben estar, en promedio, a 100 o 200 metros del acantilado.