Ha sido un terremoto de intensidad 7,1 en la escala de Richter, el segundo en dos semanas, esta vez el epicentro fue en Axochiapan a 120 kilómetros de México DF. Este movimiento ocurrió doce días después de otro de 8,1 cuyo epicentro fue en Chiapas, a más de 1000 kilómetros de la ciudad de México, al que le han seguido cientos de réplicas.
Las muestras de solidaridad entre los mexicanos son increíbles, en los momentos posteriores al terremoto el despliegue de voluntarios y la ayuda humanitaria no se han hecho esperar y son cientos los que están en las calles de una u otra forma ayudando a quienes más lo necesitan.
La ciudad esta desolada, miles de ciudadanos han sido obligados a dejar sus hogares para no poner en riesgo sus vidas y facilitar las labores de los rescatistas. Son incontables las edificaciones que han colapsado donde muchos socorristas y voluntarios trabajan día y noche, sin importar las condiciones climáticas, para rescatar sobrevivientes y restos de personas que no lograron.
Tras la desgracia, muchos lo han perdido todo y tendrán que empezar de cero. Los expertos tendrán que inspeccionar las viviendas y decir si pueden repararse o si es que deben ser demolidas.
Sin embargo, Jojutla en el estado de Morelos, ha sido el verdadero epicentro del terremoto, la ciudad ha quedado en escombros, alrededor del 90% de las edificaciones se han destruido y sus pobladores están devastados al ver su ciudad reducida a escombros, la mayoría de ellos ha perdido a un ser querido.
En tierras aztecas el miedo continúa pues siguen ocurriendo sismos, pero la solidaridad, la fuerza y la fe del pueblo mexicano harán que México se levante del polvo.