Desde muy temprano, un numeroso grupo de comerciantes llegó hasta la morgue de la Ciudad Blanca, donde permanecieron los restos del fallecido estudiante, para vender llaveros, prendedores y hasta pulseras rojas con el nombre e imagen del joven.
Los prendedores y llaveros con la cara de Ciro Castillo Rojo, que tenían el mensaje “Por siempre Ciro” eran vendidos a 5 nuevos soles, mientras que las pulseras, que se vendieron en menos de tres horas, eran ofrecidas a un nuevo sol.
Esto originó la protesta de los lugareños por lucrar con la muerte del estudiante, que aún no es enterrado, incluso hubo algunos roces con los comerciantes pues los ciudadanos trataron de decomisarles la mercadería.
Sin embargo, los aludidos se justificaron aduciendo que son amigos de la familia, incluso afirmaron que parte de la ganancia será entregada a los padres de Ciro, para apoyarlos en los gastos de traslado y el sepelio del fallecido en la capital.