El Perú se ha consolidado como una potencia mundial en la producción de ajíes, rocotos y pimientos, alcanzando más de 200 mil toneladas anuales cultivadas en todas las regiones del país. Esta cifra lo ubica como el tercer exportador global de estos frutos, solo detrás de China e India, lo que refleja no solo la riqueza agrícola del territorio, sino también la estrecha relación de este producto con la identidad cultural y gastronómica nacional.
Actualmente, el registro supera las 350 variedades de Capsicum, entre las que resaltan el ají amarillo, el panca, el limo, la charapita y el rocoto, junto con otros menos conocidos como el arnaucho de Supe, el cacho de cabra o el pipí de mono. Cada uno representa un valor cultural particular que ha sido transmitido de generación en generación y que hoy encuentra espacio en los mercados internacionales, especialmente impulsado por el boom de la cocina peruana.
Producción y consumo en el país
En 2024, las exportaciones de páprika —principal producto de este sector— alcanzaron las 39,329 toneladas, con un valor superior a los 142 millones de dólares y un crecimiento de 4 % respecto al año anterior. Sin embargo, las ventas al exterior no se limitan a este cultivo, pues se han diversificado hacia el ají amarillo, el panca y el rocoto en diversas presentaciones: frescos, secos, en salsas y conservas. A nivel interno, el consumo per cápita bordea los cinco kilos por persona al año, la segunda tasa más alta de América Latina después de México.
El desarrollo de este sector depende en gran medida de los más de 11 mil pequeños agricultores que trabajan cerca de 14 mil hectáreas dedicadas al cultivo. Son ellos quienes mantienen vivas las variedades nativas y contribuyen a que este patrimonio milenario siga generando empleo, innovación y valor agregado. Más allá de su presencia en la mesa, los ajíes peruanos tienen aplicaciones medicinales, agroindustriales y hasta cosméticas, lo que confirma su rol protagónico en la economía y la cultura del país.