A través de los ojos en el cielo, el generador operacional de imágenes de tierra 2 (OLI-2), de la NASA, a bordo del satélite Landsat 9, ha revelado estanques de acuicultura para la cría de langostino, que si bien son importantes para la economía local, han contribuido a la reducción de los bosques de manglares.
La imagen adquirida el 14 de marzo de 2024, y publicada a través de la plataforma dígital 'X' , se muestra una red entrelazada de estos estanques, de tonalidades verde y blanco, que se extienden a lo largo del delta como un tapiz de oportunidades y controversias. Si bien estos estanques son testigos del progreso económico y la seguridad alimentaria que la acuicultura ofrece, también son testigos mudos de un costo ambiental significativo que ha pasado desapercibido durante demasiado tiempo.
La acuicultura de langostino llegó a las costas peruanas en las primeras brisas de la década de 1970, desatando una ola de crecimiento económico y transformación en la región de Tumbes. Sin embargo, este crecimiento ha venido acompañado de un precio devastador para los ecosistemas naturales que una vez dominaron esta tierra.
Utilizando una combinación de fotografías aéreas y datos satelitales de Landsat, los investigadores han arrojado luz sobre un hecho alarmante: los estanques de acuicultura han invadido implacablemente los bosques de manglares, la sabana y los ecosistemas de bosques secos, desplazando la vida silvestre y alterando irreversiblemente el equilibrio ecológico.
Los números son reveladores y preocupantes. Según los hallazgos de la NASA, los estanques de langostino han reemplazado aproximadamente el 17 por ciento de los preciados bosques de manglares de Perú. Estos bosques no solo actúan como guardianes naturales contra la erosión costera y las embestidas de las tormentas, sino que también son esenciales para la biodiversidad marina y funcionan como almacenes cruciales de carbono, ayudando a mitigar el cambio climático.
La lucha entre la prosperidad económica y la conservación ambiental alcanza su punto álgido en el delta del río Tumbes. Por un lado, la industria del langostino cultivado ha experimentado un crecimiento exponencial, pasando de menos de 100,000 toneladas métricas producidas a nivel mundial en 1980 a más de cinco millones de toneladas métricas en 2023. Por otro lado, la pérdida de los bosques de manglares, impulsada en parte por esta misma industria, plantea interrogantes sobre el verdadero costo de este progreso.
A medida que la demanda mundial de langostinos cultivados continúa en aumento, es imperativo abordar estos desafíos de manera integral y sostenible. El delta del río Tumbes, con su rica biodiversidad y su papel crucial en la ecología regional, sirve como un recordatorio vívido de la necesidad de encontrar un equilibrio entre el desarrollo económico y la preservación ambiental.