Traficantes de tierra han invadido uno de los complejos arqueológicos de Caral, la civilización más antigua de América, y han atacado y amenazado de muerte a los arqueólogos que investigan en la zona, catalogada como patrimonio de la humanidad por la Unesco.
Mediante un comunicado, la Zona Arqueológica Caral (ZAC), dirigida por Ruth Shady, lamentó que el desalojo programado para el pasado viernes fuese suspendido hasta el 31 de mayo, ante la aparición en la zona de un grupo de 60 hombres con actitud violenta y armados con machetes.
Luego del frustrado intento de desalojo del pasado viernes, la oficina encargada de investigar Caral manifestó su "profunda extrañeza y preocupación por la tolerancia y pasividad" de la Policía Nacional del Perú, que participaba en la diligencia con 106 agentes.
Los agentes policiales no protegieron a los trabajadores del complejo arqueológico cuando desbloquearon el camino a la zona, que había sido invadida por los invasores con piedras y árboles, ni tampoco luego hicieron esfuerzo para imponerse sobre las personas a desalojar, según relató la ZAC.
Además, el jefe de campo de Caral, Daniel Mayta, fue agredido por Pablo Mejía, uno de los invasores de la zona, quien lo atacó violentamente junto a otros individuos armados con palos, propinándole golpes en la cabeza, piernas y espalda. El arqueólogo los ha denunciado por intento de homicidio.
APLAZO DE DESALOJO
Incumpliendo la sentencia de la Corte Suprema de Justicia emitida en 2016, el juez César Macedo, el procurador Henmer Alva y el abogado de los invasores acordaron aplazar cinco meses el desalojo.
Ello, aumenta las posibilidades de que los invasores continúen dañando evidencias arqueológicas de la civilización Caral, que se desarrolló hace 5 000 años a unos 150 kilómetros al norte de Lima, de manera contemporánea a otras grandes culturas antiguas como Mesopotamia, Egipto, China y Tiahuanaco.
Los invasores se han apoderado ilegalmente de un sector del complejo de Chupacigarro, uno de los doce centros urbanos que son investigados por los arqueólogos a lo largo de todo el valle del río Supe, la región en la que floreció esta civilización pionera en América.
