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Lunes, 23 de agosto del 2021

Resiliencia mype: ¿Cómo sobrevive un empresario que pasó de vestir a un presidente a ser ambulante?

De las más de 2 millones 500 mil Mypes que existen en el Perú, más del 30% pasaron a la informalidad tras quedar sumamente golpeadas a causa de la pandemia.

Marco Alpaca (48) es dueño de la marca D'ocram ubicada en el emporio comercial de Gamarra



Por: Aarón Ramos Medina

 

Si a Marco Alpaca le hubieran predicho el futuro, que, de vestir a un presidente de la República pasaría años más tarde a ser ambulante, no lo hubiera creído.

Marco Alpaca tiene 48 años, y 21 de ellos se la pasó en el corazón del comercio peruano: Gamarra. Antes de ser el exitoso empresario de una marca de ternos para caballeros, fue cobrador de combi durante tres años. Por su voluminoso cuerpo y lentitud, no lo querían en el rubro del transporte, más aún si no cumplía con ser un avispado ‘jalador’. En ese interín, aprendió no solo a pescar pasajeros, sino a observar. “Aprendí a identificar al cliente antes que él llegue a mí”, reflexiona.

Antes de ser el gerente general de la marca D’OCRAM— palabra patentada que en realidad resulta ser su nombre al revés—, Marco Alpaca pasó una víspera de Navidad sin concretar ni una sola venta desde su local recién estrenado de ropa interior. La frustración lo embargó cuando vio un mar de gente peleando con los guardias de seguridad para intentar ingresar a la galería de al frente, mientras que al suyo ni la sombra de un perro se asomaba. Concluyó que estar en Gamarra no lo era todo.

En la cena navideña, mientras todos pensaban en abrir regalos, él se sometía a una divagación tormentosa de sus pensamientos que le exigían producir algo nuevo, diferente. Sentía que debía esforzarse más, no en vano había ocupado cada año el primer puesto en su colegio e ingresado a la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Marcos, que años más tarde abandonaría en búsqueda de un trabajo inmediato para proveer a su madre enferma.

Esa quizá fue la primera de un eslabón de crisis que experimentó en su vida. La última, fue hace 1 año, cuando un virus mundial lo devolvió a la calle. De ser el gerente de su propia marca, se volvió un escurridizo ambulante en las afueras del emporio comercial, por el jirón Huánuco, Parinacochas y el Centro de Lima, al vender mascarillas y mamelucos bajo la persecución innoble del serenazgo en una época de cuarentenas prolongadas. No lo podía creer. Marco Alpaca, era el dueño de una sólida mype, pionera en Gamarra con presencia en canales televisivos. Vestía a personalidades y periodistas en medios de comunicación a modo de canje, y hasta le llegó a confeccionar las corbatas al mismísimo presidente de la República Alan García. Quería llegar más lejos, pero para ello, quizá debía tocar fondo.

Los días previos a la primera cuarentena del 2020, los proveedores pusieron en marcha una cobranza maratónica de deudas a los microempresarios que, en un año normal, les hubieran dado mayor plazo. Sin embargo, el panorama no pintaba bien tras el fugaz aumento de casos de coronavirus y la incertidumbre económica.

“La esencia del negocio de Gamarra son los círculos constantes. Se vende, se invierte. La pandemia nos agarró muy mal parados. Todos los proveedores intentaron cobrar las deudas. Comenzamos a cancelarlas y luego nos dimos cuenta de que ya no había liquidez”, recuerda.

Marco Alpaca es un hombre de fe. Los únicos días que toma como descanso en el año son Viernes Santo y Navidad. Él sabía que lo que estaba afrontando era una fuerte prueba que Dios le había puesto y que algo tenía que aprender de ella, por eso es que, pese a la vergüenza, nada lo hacía desfallecer, aún cuando era fotografiado por algunas personas que se burlaban al verlo sumergido en la informalidad.

No era el único microempresario de Gamarra que se dedicó al comercio ambulatorio. A diario veía cómo sus colegas hacían lo mismo que él: buscárselas por sí mismos. “La calle era dura, pero fue lo mejor que me ha pasado porque encontré gente muy recordada. Muchos de mi alrededor también habían tenido negocios”.

INFORMALIDAD Y FINANCIAMIENTO

De las más de 2 millones 500 mil Mypes que existen en el Perú, más del 30% pasó a la informalidad tras quedar sumamente golpeadas, asegura Juan Carlos Mathews, exviceministro de Mype e Industria del Ministerio de la Producción. En cifras generales durante el último año, se perdieron más de 93 mil empleos.

El Estado ofreció algunos programas de apoyo a las mypes; sin embargo, los requisitos para acceder a un préstamo eran casi imposibles de cumplir para la gran mayoría. Un ejemplo fue el programa de FAE Mype, que en un primer tramo fue muy criticado porque la categoría de riesgo era muy exigente. “En pandemia ninguna mype calificaba”, cuenta Mathews.

Y es que todas estaban en saldo negativo durante ese año. Pero, para el segundo tramo, el Ejecutivo realizó ajustes y el empresario solo tenía que demostrar que era un pagador cumplidor con un historial de prepandemia. Otro apoyo estatal que hubo fue el Reactiva Perú, en donde el 98% de empresas que accedieron al beneficio fueron mypes.

“Esos incentivos pueden ser un estimulador, el problema es que más del 74% de mypes opera en la informalidad, incluso las formales tienen una parte que trabaja informalmente”, sostiene Mathews.

Para el psicólogo y experto en comportamiento del consumidor, Rolando Arellano, cuando alguien dice que el 80% de peruanos son informales, en el fondo significa que no está bajo las reglas del Gobierno o de las instituciones, sino que vive al costado de ellas; es decir, que se las busca por sí solos. No espera a que el Gobierno venga a proveerle, sino que lo que hace es procurar ver su propio ingreso. Por eso es que sostiene en su tesis que el peruano es el mejor empresario del mundo, pero no cuenta con las herramientas para concretarlo formalmente.

“Más del 30% de familias en el Perú declaran haber generado un nuevo negocio en este año. Es decir, 1 de cada 3 peruanos ha creado un negocio en este año para poder salir de la pandemia. Eso es lo que ha hecho que el Perú crezca tanto en los últimos tiempos y pueda aguantar mejor que otros países la crisis económica de la pandemia que cayó a todo el mundo”, indica.

Frente a ese desafío grande como lo es la informalidad en el Perú, Mathews plantea que el Estado debe implementar un programa agresivo de simplificación administrativa, reforma tributaria, exoneración de impuestos directos. Por ejemplo, que durante dos años, al entrar al sistema, lo haga sin pagar ni un solo impuesto. Países como Taiwán lo han hecho, indica.

Además, para quienes quieran exportar, el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) cuenta con el programa de Seguro de Crédito a la Exportación (Sepymex) para la cobertura de créditos en las etapas pre y post embarque. El experto propone un costo competitivo con estas garantías solidarias.

ACTUAR ANTE LA CRISIS

El panorama sigue siendo adverso. En palabras de la presidenta de la Asociación Empresarial Gamarra Perú, Susana Saldaña, “el emporio va a tardar por lo menos dos años en reactivarse porque cada día más de 50 empresas cierran debido a que no tienen con qué comenzar". Sin embargo, Marco Alpaca, hoy ya nuevamente reinsertado en su empresa, asegura con expectativa que para diciembre puede haber una campaña exitosa de ventas.  

“A pesar de todo estamos entrando a nuestro mejor momento del producto. Hoy la única manera de ser visible es con las redes sociales. Antes la tienda física era el centro de todo, y lo digital era un complemento. Ahora es al revés. El que no está en redes, no existe”, relata y agrega que, a pesar de ello, se muestra más preparado frente a lo que pueda venir. No baja los brazos pese a que a diario observa cómo varios negocios continúan cerrando.

Por último, hay una sola cosa que el empresario le pide al presidente, a los congresistas y alcaldes: “No hagan pataletas. El mercado económico es muy sensible. Si vemos que nuestras autoridades se pelean, el consumidor real de la calle, se guardará en casa y nosotros seremos los más perjudicados”. 


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