¿La moda de lujo puede ocurrir tras las rejas? Poco más de 5000 mujeres que cumplen largas sentencias en diferentes centro penitenciarios en la ciudad de Cusco, han sido empleadas para fabricar productos de cuero, ropa y textiles para marcas exclusivas nacionales e internacionales, según informó el Instituto Nacional de Perú (INPE).
Pero las detenidas no solo se dedican a la fabricación de ropa, también contribuyen con sus diseños, lo cual les otorga un escape creativo y capacitación. A menudo son modelos para las campañas publicitarias y se les paga un porcentaje del precio de venta por cada unidad que producen, por lo que cuentan con ingresos que pueden enviarles a sus familiares.
Pietà es una marca de ropa urbana, que nació en las cárceles de Lima como un proyecto liderado por el diseñador francés Thomás Jacob, que alguna vez trabajó para Chanel y actualmente emplea a alrededor de 50 prisioneros, hombres y mujeres, de algunas de las cárceles más grandes de Perú.
Los reclusos fabrican camisetas, sudaderas, suéteres tejidos a mano, chaquetas universitarias y zapatos deportivos altos usando materiales de origen local. Después de ser liberados, los exprisioneros pueden seguir trabajando con la marca o buscar trabajos en otras compañías con la recomendación y el apoyo de Pietà.
''Hay muchos hombres y mujeres en la cárcel que se alejan mucho de la imagen que quizá se tenga de los prisioneros. Solo quieren salir adelante, aprender un oficio, trabajar, ganar dinero”, señaló Jacob.
Pero esta no sería una 'nueva tendencia', en el siglo XVIII, la mayoría de los programas de manufactura en países como Estados Unidos o el Reino Unido, eran dirigidos por organismos gubernamentalmente o consejos correccionales, con el fin de producir en masa artículos de poco a gran escala, como uniformes militares. Sin embargo, los prisioneros recibían salarios muy por debajo del sueldo mínimo.
En los últimos años, una subcategoría de ciertos productos ha ganado popularidad a nivel internacional; las marcas urbanas enfocadas en tendencias que venden ropa hecha por prisioneros, como Prison Blues en Estados Unidos, Stripes Clothing en los Países Bajos y Pietà, otra marca con sede en Perú. Todas aseguran que pueden fomentar un modelo sustentable de negocios y a la vez proporcionar nuevos empleos y oportunidades a los reclusos.