El hígado es el órgano más noble del cuerpo humano, ya que su función es ayudar a digerir los alimentos, almacenar energía y eliminar las toxinas. Cuando éste acumula grasa al interior de sus células, desarrollamos una enfermedad llamada hígado graso que, de no ser tratada a tiempo con una alimentación saludable, entre otras medidas, podríamos terminar con un irreversible cuadro de cirrosis.
El licenciado Edinson Sánchez, nutricionista clínico del Hospital Nacional Alberto Sabogal de EsSalud, señaló que las personas que tienen una mala alimentación son más propensas a padecerlo. De acuerdo a cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta enfermedad afecta entre 20 a 30 % de la población mundial.
“El hígado graso se presenta con más frecuencia en personas con sobrepeso u obesidad. Por consiguiente, mejorar los patrones de alimentación nos ayudará a lograr una baja de peso saludable y por ello la principal recomendación es comer sano y hacer ejercicio”, señaló el especialista de EsSalud.
Las personas diagnosticadas con hígado graso deben llevar una alimentación saludable guiada por un nutricionista como parte de su tratamiento.
La actividad física constituye una parte importante del tratamiento, ya que ayudará a mejorar esa acumulación de grasa en el hígado que, de no tratarse oportunamente, puede conducir a enfermedades hepáticas delicadas como la fibrosis y cirrosis.
En este sentido, el nutricionista reiteró que es indispensable el consumo de verduras, las mismas que aportan fibra y generan saciedad, reduciendo así la posibilidad de comer otras cosas.
Tanto en el almuerzo como en la cena, se recomienda que las verduras ocupen la mitad del plato, con variedad de colores, mientras que la porción de proteína debe ser a base de pescado (dos o tres veces por semana), pollo, pavita o cuy, todos cocidos al horno, a la plancha, sancochados o guisados, evitando las frituras.
Respecto a las frutas, se recomienda no consumirla en jugos sino picadas y con cáscara, al menos dos porciones. El especialista señaló que un desayuno ideal podría incluir una porción de fruta, una de avena o pan integral, acompañado de dos tajadas de queso o una tortilla a base de claras de huevo y verduras.
Para pacientes con hígado graso, se recomienda evitar al máximo las vísceras, las carnes rojas por su contenido de grasa, la manteca que abunda en los productos de pastelería y golosinas en general.
En cambio, se recomienda el consumo de grasas saludables como aceite de oliva o de sacha inchi en las ensaladas, palta, aceituna y una porción de frutos secos como nueces o almendras, ya que van a permitir reducir el colesterol malo de una persona con hígado graso.
Rutina de ejercicios
La investigación científica ha determinado que la actividad física puede reducir porcentajes de grasa en el hígado graso no alcohólico. En ese sentido, el nutricionista precisa que se debe realizar de 45 a 60 minutos de ejercicios y, en caso de no tener el hábito, podría empezar con realizar caminatas, montar bicicleta, trotar e hidratándose adecuadamente.