Regalar Huevos de Pascua en Semana Santa es una tradición que se remonta a varios siglos atrás y que es replicada cada año en las familias de todo el mundo. Pero, ¿cuál es el origen de esta costumbre?
Desde la antigüedad, el huevo ha sido considerado símbolo de vida, fertilidad, renovación y de las celebraciones paganas por la llegada de la primavera. Sin embargo, con el paso del tiempo, el cristianismo lo asoció a la resurrección de Jesús.
De allí nació la idea de repartir huevos de chocolate y pintados de colores en Domingo de Resurrección. En diversas partes del mundo, se acostumbra a esconderlos en los jardines para que los niños participen de su búsqueda.
Esto no es solo una excusa para divertirse o entretener a los más pequeños del hogar, sino también una oportunidad perfecta para disfrutar de un momento en familia de conmemorar la resurrección del hijo de Dios.
En algunos países, por ejemplo, se lleva a cabo una suerte de carrera en la que se deben hacer rodar los huevos. Según teorías, esto representaría a la piedra del sepulcro que se movió para para que el Mesías resucite.
¿Y el conejo?
De acuerdo con la leyenda cristiana, un conejo fue testigo de la resurrección de Jesucristo en el Santo Sepulcro. Desde entonces, se dice que salió cada Domingo de Pascua a dejar huevos de colores para celebrar el milagro de la resurrección.
No obstante, desde la época precristiana, este animalito es símbolo de fertilidad y está relacionado con las fiestas de primavera en la cultura germana, celta y escandinava. De allí su estrecha vinculación con el huevo, por la similitud de su significado.