El Perú atraviesa su hora más crítica, en medio de una posible vacancia presidencial y los rumores de la renuncia del ministro del Interior Carlos Basombrío. La ciudad de Lima atraviesa una de las peores crisis delincuenciales en toda su historia.
En Gamarra, la tarde del último martes se suscitó una feroz balacera. La gente realizaba sus compras navideñas con total normalidad, cuando alrededor de las 5 p.m. las personas comenzaron a correr despavoridas. Según la Policía, un delincuente había lanzado una ráfaga de balas cuando pretendía cobrar cupos a unos comerciantes de la zona. Afortunadamente no se registraron heridos.
Tras este ataque, el delincuente corrió por los alrededores e ingresó a un restaurante y volvió a desatar el pánico, esta vez para despojar de sus pertenencias a los comensales de este local. Nuevamente la providencia no permitió que nadie resultara herido.
Horas más tarde un nuevo suceso desató el terror en La Victoria, en plena avenida Canadá, cuando unos hampones se movilizaron entre los vehículos para despojar de sus pertenencias a las personas que estaban atascadas en el tráfico y para amedrentarlas hacían disparos al aire.
Lima, particularmente La Victoria, se ha convertido en tierra de nadie y la delincuencia está a la orden del día. Esperemos que las autoridades tomen realmente cartas en el asunto y terminen con estas historias de violencia e inseguridad que mantienen alerta a toda la población.
