Internacionales

Sábado, 02 de abril del 2005

El martillo de plata, el anillo de San Pedro, el triple féretro y las tres preguntas

Tras la muerte de un Papa en el Vaticano se llevan a cabo toda una serie de actos protocolarios, algunos de ellos dictados por la tradición religiosa, pero otros muchos resultado de las normas establecidas por los propios pontífices a lo largo de la historia de la Iglesia católica. Entre ellos figuran el martillo de plata, el anillo de San Pedro, el triple féretro y las tres preguntas.

El martillo de plata, el anillo de San Pedro, el triple féretro y las tres preguntas

Tras la muerte de un Papa en el Vaticano se llevan a cabo toda una serie de actos protocolarios, algunos de ellos dictados por la tradición religiosa, pero otros muchos resultado de las normas establecidas por los propios pontífices a lo largo de la historia de la Iglesia católica. Entre ellos figuran el martillo de plata, el anillo de San Pedro, el triple féretro y las tres preguntas.




LLAMA DE UNA VELA En los primeros siglos, para saber si el Papa estaba muerto el médico aproximaba a sus labios una vela encendida. Si la llama se movía significaba que aún conservaba un hálito de vida. La operación se realizaba varias veces hasta que la llama permanecía inmóvil. Actualmente las técnicas han cambiado y lo que se hace es determinar la defunción con los métodos médicos habituales. PRIMEROS RESPONSOS Una vez que el médico (antiguamente el arquiatra) confirma la defunción del Papa el prefecto de la casa pontificia anuncia oficialmente la muerte con una sencilla fórmula: El papa ha muerto. Todos los presentes se arrodillan y comienzan los primeros responsos. Después, por orden jerárquico se acercan al cadáver, y besan la mano del difunto Pontífice. Inmediatamente comienza el turno de vela por parte de los canónigos penitenciarios. Se encienden cuatro cirios a los pies de la cama y se coloca un acetre y el hisopo con agua bendita junto al lecho mortuorio para los responsos de los prelados visitantes. EL CAMARLENGO Nada más recibir la noticia del fallecimiento, el camarlengo, en esta ocasión el español Eduardo Martínez Somalo, que viste de violeta en señal de duelo y que es durante la sede vacante la más alta autoridad de la Iglesia, entra en la habitación escoltado por un destacamento de la Guardia Suiza con alabardas, símbolo de la nueva autoridad, para asegurarse oficialmente de la muerte del Pontífice. El camarlengo deberá confirmarla con un viejo rito que consiste en golpear tres veces la frente del Pontífice con un martillo de plata, que figura en el escudo de armas pontificio, mientras llama al difunto por su nombre de pila. El acto debe realizarse en presencia del maestro de celebraciones litúrgicas y del secretario y el canciller de la Cámara Apostólica. Este último es el encargado de rellenar el acta de defunción del Pontífice. SELLOS DESTRUIDOS A continuación retira del dedo el anillo del Pescador, símbolo del poder pontificio. Esta es la señal de que el reinado ha concluido. El anillo será machacado junto con el sello de plomo del Papa ante los cardenales. Se hace para evitar cualquier eventual falsificación de documentos papales. A continuación, el camarlengo deberá cerrar con llave la habitación de Papa y su estudio. Estos aposentos no podrán abrirse hasta que no se elija un nuevo Papa. CAMPANAS DE SAN PEDRO El cuerpo del Pontífice, tras ser preparado por los médicos, será vestido con los símbolos pontificios: la mitra blanca en la cabeza, la casulla, es decir, el manto que utiliza cuando celebra misa de color rojo, que es el color de luto de los Papas, y el palio, una faja de lana blanca con cruces negras, símbolo de dignidad. PORTÓN DE BRONCE La tradición manda que llegada la noche se cierre el Portón de Bronce del Vaticano en señal de duelo. FÉRETRO DE CIPRÉS El cuerpo del Papa es llevado hasta la Basílica de San Pedro en una solemne procesión encabezada por el cardenal decano y el camarlengo, mientras los coros entonan Libera me, Domine, de morte aeterna (Líbrame Señor de la muerte eterna). PROHIBIDAS LAS FOTOS El cuerpo se expondrá para que los fieles puedan rendirle un último homenaje durante tres días en la Basílica de San Pedro. En cuanto a la capilla ardiente las normas son muy estrictas y aunque se podrá ver al Pontífice no se podrán tomar fotografías, si no se cuenta con la autorización expresa del camarlengo. MEDALLAS Y MONEDAS Los solemnes funerales del Papa se celebran, por norma general, tres días después de la muerte. En ese periodo, el colegio cardenalicio, que debe dirigir la Iglesia mientras se designa a un sucesor, debe decidir el momento en el que se destruye el anillo del pescador, que representa al Apóstol San Pedro, y el sello de plomo con el que se expiden las cartas apostólicas. CONSERVACIÓN DEL CUERPO Hasta el momento de los funerales, los forenses del Instituto de Medicina Legal de la Universidad de Roma serán los encargados de velar por la buena conservación del cuerpo del Pontífice. Antiguamente, para su mejor conservación se retiraban los órganos internos que se introducían en ánforas especiales que se depositaban en las iglesias de los Santos Anastasio y Vincenzo, en la Fontana de Trevi. Todavía hoy se conservan las ánforas de 22 Papas entre 1390 y 1903, pero el Papa Pio X abolió esta tradición. TRIPLE FERÉTRO La Missa poenitentialis, es decir, el funeral, se celebrará en San Pedro y a él se espera que acudan delegaciones de todo el mundo. Corresponde a la Santa Sede fijar el nivel de las delegaciones que acudan a los actos. Terminada la misa, los restos mortales son introducidos en una triple caja -una de ciprés, otra de plomo y una de nogal-. Sobre esta última se coloca un simple crucifijo y una Biblia abierta. El Pontífice es sepultado en la cripta vaticana, donde permanecerá hasta que se disponga su sarcófago definitivo. En cuanto al modo en el que se les da sepultura son los propios Pontífices los que eligen cómo quieren que se les entierre. TESTAMENTO Por otra parte, si el Sumo Pontífice difunto ha hecho testamento de sus cosas, dejando cartas o documentos privados, y ha designado un ejecutor testamentario, corresponde a éste establecer y ejecutar, según el mandato recibido del testador, lo que concierne a los bienes privados y a los escritos del difunto Pontífice. Dicho ejecutor dará cuenta de su labor únicamente al nuevo Papa.

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